Breve historia del espejismo económico en Sudamérica (patrocinado por China)
Latinoamérica enfrenta una situación económica compleja que se traduce en protestas sociales en varias de las naciones de la región, especialmente en Sudamérica. La presencia de movimientos sociales contra la pobreza y la desigualdad en esta zona del continente no es casualidad. Bolivia, Perú, Chile, Colombia, Venezuela, Argentina, Ecuador, Uruguay, Paraguay e incluso en cierta medida Brasil, tienen algo en común que explica la situación de riesgo político y económico que hoy prevalece en casi todos esos países: el espejismo de los commodities.
Por años, Sudamérica vivió en un sueño del que hoy ha despertado, este sueño consistió en pensar que China, la fábrica del mundo demandaría eternamente materias primas, muchas de las cuales se producen en esta parte del mundo a manos llenas. Fueron muchos años, y lamentablemente, tanto tiempo solamente alimentó una característica del latinoamericano en general, y del sudamericano en particular: la falta de previsión.
Café, carne, zinc, plomo, aluminio, hierro, cobre, carbón, plata, platino, gas, maíz, trigo, azúcar, petróleo, oro y muchas
materias primas más se demandaban en las naciones suramericanas para, en gran medida, impulsar el voraz crecimiento económico que llevó a China de ser la quinta economía del planeta al inicio del presente siglo a consolidarse como la indiscutible segunda potencia global, todo un logro del llamado gigante asiático.
China era como un barco de vapor navegando a toda velocidad y para ello requería toneladas y toneladas de carbón para generar la energía suficiente, tanto que en el año 2007 llegó a marcar una imponente tasa de crecimiento del PIB de 14.2 por ciento, esa energía provenía en gran parte de la parte sur del continente americano.
Pero nada sube para siempre, es una ley universal. La economía china se sobrecalentó y empezó el declive. Hoy la expectativa del PIB chino se ubica en máximo 6 por ciento para este año y 5.5 por ciento para el año siguiente, no es una tasa tan baja considerando el promedio global de 3.2 por ciento para 2020 según el Fondo Monetario Internacional, o el crecimiento cercano a cero de nuestro país. Pero es definitivamente un PIB muy inferior al de otras épocas, China hoy no crece a los niveles de otros años, eso genera efectos globales y un gran damnificado es sin duda Sudamérica.
Logros impensables en otro contexto
Los logros del recientemente renunciado presidente boliviano Evo Morales, que promedió un crecimiento de 4.9 por ciento en el PIB durante su mandato, según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), al tiempo que sacaba de la pobreza a prácticamente la mitad de la población. La estabilidad económica de Ecuador; la consolidación de Perú como una importante economía regional luego de décadas de terrorismo; el impulso de la economía colombiana en este siglo después de los movimientos paramilitares y de grupos del narcotráfico que asolaron a esa nación en el último cuarto del siglo pasado; la relativa estabilidad económica de Argentina hasta antes de mediados del año pasado; la consolidación de un régimen venezolano basado en la gasolina más barata del mundo, y muchos otros fenómenos más, no podrían explicarse sin el boom de los commodities, o materias primas, durante prácticamente los primeros tres lustros del Siglo 21, pero al mismo tiempo explican la tragedia que hoy vive Sudamérica y que amenaza con desestabilizar a otras partes del continente. Si no hubiera existido el milagro chino, no hubiera existido el boom de los commodities.
Lo anterior nos lleva a una reflexión, el crecimiento de las economías sudamericanas no estaba sustentado en políticas económicas de largo aliento implementadas desde los gobiernos, todo indica que en realidad este crecimiento se sustentó en los flujos monetarios y el impulso de la demanda en sectores clave que impulsaron a sus economías coyunturalmente, pero no redujeron las brechas sociales, esas por las que hoy salen a protestar los ciudadanos en esa parte del mundo…