A la caza fiscal contra las grandes tecnológicas
La propuesta de Reino Unido de aplicar un impuesto digital representa el último esfuerzo de los gobiernos europeos para obligar a las grandes multinacionales tecnológicas a pagar más.
Philip Hammond, un hombre centrado en los detalles, no parece encajar en la reciente tendencia de «azote a la tecnología». Pero a principios de este mes, el ministro de Finanzas británico se unió a la vanguardia de otros ministros de Finanzas que luchan contra el arbitraje fiscal de las mayores tecnológicas mundiales. En su presupuesto anual propuso hacer que «los gigantes globales con negocios rentables en Reino Unido paguen lo que les corresponde» mediante un «impuesto de servicios digitales» sobre los ingresos, que podría entrar en vigor en 2020.
La medida, que sólo se aplicaría a compañías rentables con ingresos globales anuales por determinados servicios de más de 500 millones de libras, va dirigida contra las grandes compañías estadounidenses, como Amazon, eBay, Facebook y Google. Pretende proteger a negocios locales más pequeños que no pueden desviar sus ingresos a regímenes fiscales más favorables, y satisfacer la percepción entre la opinión pública de que las grandes tecnológicas pagan menos impuestos en Reino Unido de lo que deberían.
Dejando a un lado el mensaje populista, es probable que la idea de Hammond quede enredada en lo que un abogado describe como «la versión digital del dilema del Jaffa Cake», una famosa disputa que tuvo lugar en 1991 sobre si el popular tentempié británico de chocolate y naranja debía gravarse como una galleta o como un pastel. La disputa en torno a un impuesto tecnológico podría suponer un punto de inflexión para el capitalismo moderno, enfrentando a las fuerzas de la globalización, y a las enormes compañías tecnológicas que han creado, al creciente descontento popular con las grandes empresas camaleónicas…