Planificación de la sucesión: Papá, por favor, no nos dejes una “Bomba de Tiempo”!!!

Esa fue la expresión de Micaela a su padre Miguel durante el almuerzo familiar de un domingo y cuando estaban conversando con respecto a la continuidad del negocio iniciado por Miguel hace cerca de treinta y cinco años.

En la mesa estaban sentados Andrea; la conyugue de Miguel; los cuatro hijos de ambos (Juan, Rafael, Micaela y Daniela), así como los conyugues de Micaela, Rafael y Juan.

Solamente como un dato referencial, mencionar que en el negocio de Miguel trabajan tres de sus cuatro hijos.

Independientemente de las complejidades propias que puedan existir en las interacciones entra la familia de Miguel y la empresa, lo cierto es que la frase de Micaela, y que es el titulo de esta nota, es muy cierta.

Dedicar los recursos que pueda demandar la planificación de la sucesión debe ser asumido como una responsabilidad por una familia propietaria de algún negocio, específicamente esta responsabilidad recae en quienes en algún momento detentan la propiedad del negocio, es decir el fundador, la fundadora, el equipo de hermanos o el consorcio de primos.

Esta nota no pretende dar una receta o sugerencia puntual para que el proceso de continuidad de una empresa familiar sea exitoso;  al respecto creo que la siguiente frase de Modest Guinjoan y Josep María Llaurador expresa muy bien las particularidades de este proceso: “No existen ni dos empresarios, ni dos sucesores, ni dos empresas, ni dos familias iguales. Cada persona, cada empresa y cada familia tiene su edad y su momento óptimos para la sucesión”.

Atender, responsable y voluntariamente, el proceso de sucesión siempre debe ser asumido como una oportunidad y como una inversión, como menciona el profesor Renato Bernhoeft: “Por lo menos discutir esto antes de un velorio tendrá un menor costo financiero y emocional”.

El mejor consejo a las familias propietarias de empresas, aunque no lo hayan solicitado, es que planifiquen la sucesión, así podrían, entre otras ventajas,  evitar “dejar bombas de tiempo a sus descendientes”.