El Trabajo en Equipo en una Empresa Familiar
Es importante que entendamos que el problema entre iguales no es tanto la falta de una buena calidad de comunicación sino la carencia de un verdadero diálogo. Por lo tanto, si esto es cierto, debemos entender que el diálogo surgirá de una comprensión profunda de lo que realmente significa la disposición a hablar entre iguales. Siempre que exista un mínimo de intención de arreglar las cosas, se puede conducir un diálogo ordenado entre personas que forman parte de una Empresa Familiar con sus múltiples problemas, pero también con sus grandes ventajas y fortalezas. De otra forma no se puede siquiera pensar en una resolución de conflictos de forma amistosa.
La realidad de la Empresa Familiar va acompañada de una situación diferente a la de un equipo deportivo, al que en ocasiones se le suele comparar. Si bien es cierto que estimular a los integrantes de un equipo de trabajo a través de un método de consecución progresiva de metas es lo más parecido a un grupo competitivo, muchas veces el enfrentamiento de intereses suele llevar a la ruptura de cualquier sueño compartido, incluso antes de que pueda llegar a cristalizar.
La analogía también funciona a la inversa. Los equipos deportivos que se comparan con una familia son a menudo los que se convierten en campeones. Los miembros de equipos que demuestran un alto grado de cohesión social suelen, a la larga, lograr niveles de éxito consistentes.
Hay que recordar que hasta en los mejores equipos existen rivalidades entre los integrantes, sobre todo cuando existen varios cracks del juego en escena. Existe un interesante juego de lecciones sobre el trabajo en equipo que se titula ganar el máximo posible (basado en el divertimento matemático el dilema del prisionero), donde después de un análisis de la actuación de cada jugador, lo único que se concluye con severidad es que se gana más cuanto más se coopera.
Por otro lado, es perfectamente plausible una empresa que funciona sin equipos, es decir, centrando la dirección y gestión de la compañía en una persona, para lo cual existen miles de ejemplos de empresas en primeras etapas integradas por un fundador autónomo. Muchas veces, el trabajador solitario es una persona que está justificada por una estructura que se presta a ello. En estos casos, el error sería pretender formar un equipo de trabajo que podría burocratizar la flexibilidad de su propia estructura.
En el otro extremo, no es de extrañar el caso del autónomo que rehúsa el concepto de trabajo en equipo, aún a pesar de que su infraestructura empresarial se lo exige a gritos. Es tan difícil soltar el mando y tan duro saber delegar, que muchas veces asistimos a escenas en compañías donde todo funciona sólo si el jefe lo permite, y muchas decisiones, desde las más triviales hasta las fundamentales tareas de estrategia empresarial, pasan por el único planteamiento, análisis y aprobación de un cerebro. Es algo que debe considerarse seriamente, pues la forma cómo una estructura empresarial puede empezar a tener en cuenta otras opciones de trabajo, puede ser la clave en el avance de muchas empresas ya que suele coincidir el inicio del proceso de la sucesión con la incorporación de los conceptos de trabajo en equipo.