De abajo hacia arriba
El reclamo común de muchos empresarios es que el personal no responde a las expectativas de la empresa respecto a eficiencia, entrega y rendimiento. Para tratar de encontrar el punto común en donde se cruzan y coinciden las expectativas del trabajador respecto de su propio trabajo y las expectativas de la empresa en cuanto al desempeño de los trabajadores es necesario conocer como es el mexicano en el ámbito laboral, debemos aceptar que las perspectivas de los empresarios o directivos y las perspectivas de los empleados y trabajadores con relación al trabajo y a los logros que se obtienen son diferentes, aunque desde luego, existe interacción entre ambas.
Muchísimos trabajadores ven en el trabajo solamente un medio para subsistir, por ello, la petición mas generalmente escuchada es solicitar empleo de lo que sea, ya que lo que se busca a través del trabajo, es dinero. Muchas empresas tienen conflictos comunes en su organización: competencia interna excesiva y malentendida, envidias y actos desleales que llevan al entorpecimiento de labores en detrimento de la empresa.
Por lo general, en las empresas existe una fuerte lucha por el poder y los distintos departamentos suelen convertirse en feudos que compiten de una manera equivocada entre sí lo cual ocasiona que los trabajos inter departamentales y la colaboración brillen por su ausencia. El trabajo en equipo es prácticamente inexistente y muchas veces se recurre al boicot de los demás para sobresalir y obtener logros individuales. A lo anterior, debemos añadir el exceso de parloteo, de plática improductiva entre el personal y por si ello fuera poco, existen excesos de celebraciones que se realizan no trabajando y que afectan directamente a la productividad y estos festejos se convierten en campo fértil para promover el alcoholismo.
En nuestro país tenemos oficialmente un alto número de días no laborables además de los días que en las propias empresas se otorgan como no laborables gracias a las conquistas laborales. Se festeja y se le da el día al trabajador en su onomástico, se festeja el día del santo del jefe, el día del compadre, el día de la madre, el aniversario del sindicato, el aniversario de la empresa, el día de la virgen, el día de los muertos, etc. Bueno, hasta el día de pago semanal o quincenal, se festeja y estos acontecimientos se celebran brindando.
Todo indica que estamos sumamente necesitados de compañía y de de festejos. En una encuesta se encontró que el estado anímico emocional de más de la mitad de los trabajadores latinos es negativo o muy negativo (53%) y solamente en 13.4% es francamente positivo. Según los autores de la encuesta, este estado anímico se compone del estado físico y psicológico que logra el equilibrio de la persona y que la hace sentirse tranquila, satisfecha de sus logros y valorada por los demás, participando y comprometiéndose en todo lo que hace como si todo marchara viento en popa y a total satisfacción.
Desafortunadamente, este estado anímico emocional negativo o muy negativo de la mayoría de los mexicanos trae como consecuencia que la persona que se siente así, tiene una percepción de autodevaluación y por ello pareciera que el estar con amigos, le permite sentirse que es alguien y le da rienda suelta a los festejos. Por otra parte, todavía en muchas empresas se presentan altos índices de ausentismo e impuntualidad, accidentes y enfermedades relacionadas con el trabajo y alta rotación de personal como síntomas del mismo estado anímico emocional.
Las frecuentes inasistencias al trabajo son en el fondo, señales del poco aprecio que el trabajador tiene de sí mismo, falta porque no se siente útil o valioso, y llega tarde por lo mismo.
Aunque muchos trabajadores son muy amigables y fisteros y siempre buscamos la compañía de otros, la colaboración en grupos y equipos de trabajo se ve mermada porque somos muy desconfiados, inseguros y dependientes. Muchos trabajadores muestran reservas y permanecen a la expectativa y al margen de los objetivos de las empresas debido a la misma desconfianza y también por ello se muestran cautelosos hacia sus dirigentes y hacia sus propios compañeros de trabajo por tantos y tantos años que el corporativismo sindical los ha engañado y los ha manipulado.
En otra encuesta se preguntó si se puede confiar o no en la gente y el 82.3% de los interrogados dijo que no, que es mejor proceder con cautela, en otra pregunta, el 52.4% contestó que en la actualidad la gente está menos dispuesta a ayudar a otros y por otra parte, el 58.14% de los encuestados dijeron que no pertenecen a ninguna asociación o grupo; lo anterior refleja que no hay participación grupal a pesar de la necesidad de compañía, por lo tanto, es difícil lograr formar buenos equipos de trabajo ya que hay ausencia de compromiso y uno no está seguro de lograr algo en grupo o con la participación de todos.
El concepto de lealtad al grupo y de trabajo en equipo, se limita en muchas ocasiones a la protección mutua o complicidad en caso de cometer indisciplinas, errores o incumplimiento en el trabajo. Por ello casi es una norma que ningún trabajador atestigüe en contra de un compañero aunque éste haya incurrido en una falta grave porque el trabajador podría ser rechazado, sancionado y hasta expulsado del grupo. Muchos trabajadores rechazan asumir el liderazgo porque aunque tienen alta necesidad de ser aceptados, temen el rechazo, su escasa estimación de si mismos los hace considerar que no están suficientemente capacitados, también lo rechazan porque representa mayor responsabilidad y porque su desconfianza les indica que pueden terminar siendo los únicos que trabajen. Probablemente todo lo anterior ocasiona que haya escasez de liderazgos auténticos, democráticos y participativos.
Los empresarios y directivos deben tomar en cuenta todo lo anterior, retroalimentarse de abajo hacia arriba en la organización para diseñar estrategias que permitan y promuevan la confianza, el compromiso, la entrega y la participación activa de los trabajadores. El compromiso de nuestras familias debe ser educar a nuestros jóvenes para que tengan buena capacidad de comprensión y para que sean responsables, de esta forma eliminaremos la baja autoestima, la inseguridad en si mismos, la dependencia y la desconfianza. La realidad es que si se puede transformar la orientación de nuestra cultura laboral.