Base común del liderazgo
Los líderes comúnmente:
- Ayudan a que la gente construya sus sueños y los convierta en realidad. No son “soñadores” en el sentido negativo del término, irrealistas, sino personas realistas, con la mira puesta en metas altas, en objetivos por los cuales la pena luchar con la atención dirigida a traducirlos en hechos.
- Tienen un poder de motivación muy grande sobre la gente: por lo que dicen y, sobre todo, por lo que hacen. Esto implica capacidad de persuasión, saber comunicarse y dar ejemplo.
- Orientan y ayudan a la acción para el logro de un objetivo común; enseñan a trabajar en equipo y a sacar adelante los planes lo antes posible, lo mejor posible y con el mayor número de logros.
- Sirven a todos los que están bajo su influencia, buscando primero el bien de los demás y, además, procurando que todos juntos busquen un bien superior a cuya obtención se subordinan todos sus intereses.
Valores básicos de un líder hoy:
Puedo hablar de algunos valores básicos que uno constata que viven las personas con condiciones de liderazgo, lo cual no supone que no posean otros distintos o que tengan que poseerlos todos los que menciono aquí.
Visión
El líder comparte la visión y hace que todos la compartan. También suelen animar a los demás a soñar con el futuro, con ideales y metas ambiciosas que quieren llevar a la práctica. Como expresa Patarroyo, “a la hora de la verdad lo que cuenta es tener sueños”. Es decir, pensar en lo que se quiere de sí mismo y de la sociedad o del grupo que se lidera.
Sólo desde una visión muy clara, el líder puede proponer los cambios y ayudar a definir y cumplir la misión y la visión. Si el líder es una persona con visión, tiene que estar en capacidad de ver más allá de lo corriente, de trascender con su conocimiento y su pensamiento para poder impulsar hacia los objetivos.
La visión de futuro conlleva un pensar en grande, apuntar a metas muy altas y entusiasmar y contagiar a los demás esa actitud, y ser constante en la una búsqueda de los objetivos propuestos.
“El futuro no está en ninguna parte: hay que construirlo desde el presente” (J. Attali), actuando proactivamente, es decir, anticipándose a los cambios o, mejor, produciéndolos.
La visión es una imagen del futuro, esperanzada y realizable, que se convierte en fuerza de atracción para que la misión de una persona, empresa, grupo o sociedad apunte a su logro en forma estratégica: “no importa lo que la visión es, sino lo que la visión logra” (Senge).
Trabajo
Se necesita trabajar duramente, ejercitar la laboriosidad, para alcanzar los frutos del liderazgo. El líder no le puede tener miedo al trabajo, ni a los problemas o a las situaciones. El trabajo bien hecho es fruto de un equilibrio dinámico entre libertad y necesidad, responsabilidad y riesgo y esfuerzo y satisfacción (P. Donati).
Eso es lo suyo. De ahí que el empuje del líder le lleva a estudiar a fondo, a conocer mucho mejor su medio, a mirar a otras latitudes para ver cómo hacen ahí las cosas, a buscar soluciones inéditas.
La búsqueda de la excelencia en el trabajo es un imperativo. Se trata de realizar un “trabajo productivo” de calidad sin renunciar al trabajo “formativo permanente”.
Ser profesional es ser capaz de bien común, no es simplemente estar habilitado para ejercer una profesión y para ello tener una cualificación de alto nivel. Hay que aprender a trabajar y aprender a aprender continuamente, a lo largo de toda la vida.
El trabajo bien hecho lleva a la madurez y se convierte en eje vertebral del proyecto personal de vida. Para trabajar bien es absolutamente necesario administrar el tiempo con orden, con prioridades y saber usarlo y aprovecharlo hasta el último minuto.
Con mayor razón si se trata de un trabajo en equipo en el que se busca un objetivo común desde el comienzo.
Creatividad
Resulta muy difícil pensar en el liderazgo sin creatividad o sin capacidad de innovación. La creatividad es una ventaja competitiva para el líder. Si se hace pasar la creatividad a un primer plano, entonces es mucho más eficaz el trabajo.
La creatividad y la innovación tienen mucho que ver con la formación de redes interdependientes de información y trabajo, de cooperación y servicio redes en las que las decisiones se coordinan y para alcanzar cotas de alto rendimiento.
Hay auténtico liderazgo cuando se creen espacios de libertad para la acción de la gente, si se superan de los condicionamientos y la estrechez de miras del individualismo, si se concibe el trabajo como un servicio a prestar con el orgullo de quien está haciendo la tarea más digna de la persona
Comunicación
El líder necesita comunicar para convencer. Para él es más importante lo que va a comunicar que el cómo va a hacerlo o el medio que va a utilizar. En cualquier caso debe acudir al diálogo, abierto, sincero, auténtico. A la palabra exterior precede la palabra interior, es decir, la fuerza y la verdad de lo que se quiere comunicar.
Comunicación que tiende a ser cada vez menos masificada, porque se busca, por ejemplo, a través de las redes informáticas, una respuesta interactiva personalizada, lo más cercana a la comunicación interpersonal, donde se da propiamente el encuentro el trato con las demás personas.
La comunicación no es sólo saber transmitir mensajes ideas o sentimientos, sino saber escuchar.
Característica clave de un buen líder es saber escuchar, ser receptivo y comunicativo, estar bien informado y ocuparse de que su mensaje llegue al destinatario y de recibir la realimentación necesaria para medir la eficacia de la comunicación.
Líderes que se hacen
Una pregunta que surge casi siempre en el contacto con los líderes de muchos países y con personas interesadas en el tema, es ésta. ¿Los líderes nacen como líderes, o se hacen líderes?
Es interesante pensar no sólo en el tipo de liderazgo que encarnan, sino preguntarnos si nacen con una vocación de liderazgo y de servicio, o si lo adquirieron a lo largo de su vida.
Pienso que la mayoría de los líderes se han hecho poco a poco; tal vez a partir de unas determinadas cualidades y valores, recibieron una formación que los preparó para asumir en determinado momento el liderazgo. No se propusieron formalmente ser líderes.
La situación y las oportunidades se fueron presentando y en determinado momento el potencial que tenían se desencadenó. Y en ellos el servicio a los demás marcó profundamente su liderazgo.
Un liderazgo innato o heredado, en forma de un don especial que se ha recibido genéticamente, podría darse en algún caso excepcional, por una especie inclinación al liderazgo surgida del contacto con otros líderes, miembros de la familia, en cuyo ambiente vital muchas cosas pueden influir en alguien para despertar el liderazgo desde muy temprano. Se suele citar el caso de la familia de Neru e Indira Ghandi en la India.
Miguel Ángel, ante un trozo de mármol de Carrara, exclamaba: ¡“Ahí está! (la obra de arte): Sólo hay que quitarle lo que sobra”. Lo que él intuía, implicaba luego una larga paciencia, un trabajo del artista para dar forma a aquella idea.
Eso ocurre con la persona que aspira al liderazgo, o a la que se le ofrecen oportunidades de ejercerlo. Si tiene unas capacidades humanas, cuenta con una buena base que ayuda a reforzar aspectos de su personalidad, que le facilitan actuar como líder.
Es importante destacar que el potencial de liderazgo está presente en muchas personas, de las cuales unas lo desarrollan efectivamente y otras no. Pero tampoco se trata de reunir un listado de características cuya posesión indique que la persona que las posee, de por sí es ya un líder.
Con o sin carisma de liderazgo, se trata de personas que asumen determinadas responsabilidades frente a un grupo del cual se convierten en su líder.
No es un privilegio que alguien les concede o una especie de predestinación: es sobre todo responder a una situación y unos retos determinados, para que, sirviéndoles a ellos, consigan determinados objetivos. Ese liderazgo implica movilizar los recursos para encontrar solución a los problemas, y muchas otras cosas. Se hace, se edifica, crece y se fortalece.
Podríamos decir que el liderazgo en el equipo líder se convierte en un estilo de vida, y especialmente en una vocación de servicio para transformar una organización con base a la búsqueda de la excelencia corporativa, al afán de mejorar constantemente y de orientar las acciones de acuerdo con valores éticos para conseguir un bien común.
Liderazgo ordinario y extraordinario
Podemos decir que el liderazgo ordinario es el que cumple con los significados, las características y los valores descritos antes. Está al alcance de muchas personas en cualquier organización, en la que sus directivos son los primeros llamados a encarnar ese liderazgo.
Cumple una función importante en ella y llega a ser una forma de mando y dirección normal cuando se encarna con excelencia personal. Nos encontramos con muchos líderes empresariales que constituyen una buena muetra del liderazgo básico, normal, ordinario.
Al mismo tiempo hallamos personajes que en la sociedad, en la polírtica o en la empresa ejeren ese liderazgo en forma negativa porque se sirven de él para imponer modelos de gobierno autoritarios, no participativos, en los que los mecanismos democráticos existentes son solo un medio para alcanzar las posiciones de poder.
Lo anteriorl no basta porque la democracia más que un sistema electoral es un sistema en el cual sólo si se gobierna efectivamente en bien del pueblo cumple su objetivo.
En el caso anterior los líderes no trascienden, se quedan en ellos mismos: el poder se convierte en “poder para poder”, no en poder para servir; no se trabaja de verdad al servicio del bien común, sino que se utiliza el bien común como un pretexto para buscar el beneficio individual.
Se convierte en un liderazgo negativo, que a veces se conecta directamente con el fenómeno de la corrupción. Todo se s
ubordina al interés particular, que desdibuja los fines corporativos y sociales.
El liderazgo que aquí se plantea para aplicar al equipo líder es más bien un liderazgo de carácter extraordinario. Es decir, fuera lo común, más allá de las formas de liderazgo ordinario al que nos hemos referido antes.