En tiempos de fake news, la publicidad engañosa también crece
En los últimos años la información falsa que se propaga generosamente por las redes sociales se ha convertido en un problema cada vez más grave debido a que llega a poner en peligro la integridad de las personas y la seguridad de las sociedades, entre otros aspectos. Las llamadas fake news adquirieron mayor visibilidad cuando en la Casa Blanca una consejera del presidente Donald Trump, Kellyanne Conway, inventó el término “hechos alternativos”.
Mientras tanto, también se difundía el neologismo “posverdad”, que en 2016 fue seleccionada por el Diccionario Oxford como palabra del año. En español ha sido definida por la Real Academia Española como “distorsión deliberada de una realidad, que
manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Y con apoyo de ellas se han ganado elecciones como las de Trump y Jair Bolsonaro, y se ha influido en procesos tan relevantes como el brexit.
Pero la mentira no sólo se ha expresado únicamente en el ámbito propiamente político, sino también ha abarcado incluso el de la medicina (allí están las frecuentes campañas contra vacunas y la contribución humana al cambio climático y el calentamiento global) y otras ciencias.
Pese a que ese tipo de seudonoticias tienen una larga data (algunos las ubican desde Roma, mientras que otros las hallan con claridad desde finales del siglo XIX en los periódicos de William Randolph Hearst, que incluso provocaron una guerra entre Estados Unidos y España), la novedad de esta época es la velocidad y amplitud que a su difusión otorgan Facebook, Twitter y WhatsApp….