La nueva Cortina de Hierro es digital
Las razones de por qué Estados Unidos ataca a Huawei Technologies con tanta persistenciahay que buscarlas en queHuawei lleva lanzados cuatro veces más proyectos internacionales que China Telecom, su rival en China»y en que además es líder global en propiedad de patentes 5G, con más patentes que Qualcomm, Intel y Apple juntas, dice Yasu Ota en su columna «Se expande el temor de una cortina de hierro digital ante el endurecimiento en las relaciones de Estados Unidos y China», publicada en el Nikkei Asian Review. Aunque Huawei es una empresa privada – que por lo general nunca son atacadas por otros gobiernos – el grupo de tecnología es visto como una amenaza para la hegemonía y seguridad de Estados Unidos.
Estados Unidos dice – sin ofrecer mucha evidencia – que el uso de teléfonos y equipos de telecomunicaciones Huawei provoca el filtrado de información hacia el gobierno Chino. Ese riesgo de espionaje aumenta si Huawei monopoliza la infraestructura global de telecomunicaciones.
Las leyes chinas de seguridad nacional y seguridad en Internet obligan a las empresas a entregar información al gobierno cuando se estime necesario. Los ataques de Trump a Huawei encajan con el tema de su campaña «America First» y su acusación más amplia de que China abusa de Estados Unidos desde hace muchos años.
Pero las sospechas de Huawei en Estados Unidos son anteriores a la administración Trump. En 2008 el país bloqueó el intento de Huawei de comprar una participación en 3Vom argumentando peligro a la seguridad nacional.
Esa actitud contra China es muy popular entre los legisladores y ciudadanos del país, sean republicanos o demócratas. Ante eso, las empresas norteamericanas, en especial las de tecnología se preocupan por el método brutal de la administración.
Para contestar las medidas dirigidas a Huawei, el primer ministro Xi Jinping sugirió imponer restricciones a las exportaciones de elementos de tierras raras, que son indispensables para las compañías norteamericanas de alta tecnología y anunció el plan de prohibir la transferencia internacional de tecnologías chinas.
La incertidumbre ya está teniendo efecto en las empresas tecnológicas de ambos bandos. Una orden ejecutiva de Trump impide a Huawei acceder a las actualizaciones de Android, el sistema operativo móvil de Google, y de acceder a partes hechas por Qualcomm, el líder en chips para modems de telecomunicaciones.
El temor es que una guerra fría tecnológica, que parta el mundo en dos mitades, una liderada por Estados Unidos y otra por China, pueda poner fin a los beneficios que se derivan de tener estándares globales para los componentes. Pero no se sabe cómo se van a dar esas dificiones. En principio, las actitudes de naciones asiáticas ubicadas en el área que cubre el Belt and Road de China no son tan previsibles como puede suponer Washington.
Una cosa está clara: en zonas donde ya se usa Huawei, los costos de infraestructura tecnológica son más bajos que en lugares donde no. En el mercado 5G, Huawei aventaja a sus rivales Ericsson y Nokia en precio y en competitividad.
A algunos países no les preocupan los temas de seguridad si los precios son convenientes. Les interesa más tener una red moderna de telecomunicaciones a un muy buen precio. En esos mercados Huawi tendría más éxito.
¿Terminaremos con «un mundo y dos sistemas» como resultado de esta nueva guerra fría tecnológica?