Un día en el MBA que forma a la futura élite
o pueden con él. El profesor Giovanni Valentini pasea de un lugar a otro de la clase cuestionando las respuestas de sus alumnos, como un maestro de ajedrez que juega varias partidas a la vez contra principiantes. Bajo la vigilancia de un cuadro de la Virgen María, una pregunta se proyecta en dos pantallas digitales situadas en los extremos de una clase semicircular, de aire asambleario: ¿fue la compra de la aplicación Whatsapp, por parte de Facebook a cambio de 19.500 millones de euros, el negocio de la década o fue, sin embargo, una dilapidación del dinero de los inversores? Un alumno se lanza desde las primeras filas: “Gracias a esta compra, Facebook podrá incidir en su estrategia de entablar conexiones entre la gente”. “Bueno, pero conectar a la gente, ¿para qué? ¿Vas a pedir a tus inversores casi 20.000 millones de euros diciéndoles solo que quieres conectar gente?”, cuestiona el docente.
Desde el fondo justifican la compra aduciendo a una estrategia defensiva: se trataba de que la aplicación no cayera en las manos de Google. Tampoco sirve: el miedo a la competencia no explica una inversión tan enorme. La batalla se prolonga durante más de una hora, a la que hay que sumar 20 minutos porque, al acabar la lección, cinco alumnos se acercaron a la mesa de Valentini a seguir defendiendo su postura. “Sí, lo que usted dice tiene sentido”, se despide el último. El profesor explica su estrategia: “Bueno, a veces van todos contra mí, y a veces se genera el debate entre ellos. Más que lo puramente teórico, que también, lo que me interesa es ampliar sus horizontes, que cambien sus ideas y flexibilicen sus marcos mentales”. El doctor se ríe al recordar algunas respuestas: “Esta gente va a dirigir empresas el día de mañana. ¡No pueden decir que van a gastarse ese dinero y que luego ya veremos! En realidad, defendieron la compra hasta el final porque idolatran a Zuckerberg”.