La corrupción latinoamericana
La corrupción solo disminuirá el día que se entiendan algunas reglas básicas de la democracia de buena calidad, no de cualquier democracia. O se trabaja para democracias íntegras o solo tendremos alternancia de actores políticos y, en el fondo, todo seguirá igual.
El primer objetivo es acotar la discrecionalidad del Estado (representado por los gobiernos de turno) a límites nítidos y con trabajos de auditorías externas (nunca nacionales) que certifiquen que lo que se gasta (con el dinero ciudadano, en carreteras, represas, puentes, obras de saneamiento o lo que sea) se haga de manera ajustada a la ley.
Es sencillo entender esto, pero muchos países creen que ellos se pueden autocontrolar en sus compras y sus gastos con instituciones propias. No pueden. No lo hacen bien. Siempre la zona del conflicto de interés existe y se cuela por algún lado el amiguismo o la corrupción, que para el caso son lo mismo. Cuando el control lo hacen las propias instituciones del país, el inevitable desviacionismo opera. Luego es tarde. Pongamos el ejemplo de la venta de un banco estatal o una empresa de energía estatal. ¿Quién debería fijar el precio? Solo lo hará correctamente alguien que sabe de eso como expertise y nunca una entidad local. Luego, se puede vender sin sospechas de arreglo a un precio atinado al mercado y no a las conveniencias de los vendedores, o compradores, con riesgo de cartelización implícita. A la inversa es exactamente igual (en las compras que hace el Estado o los contratos que celebra como adquirente).
La opacidad ambienta la corrupción, por eso la transparencia real es lo único que nos salva del robo, de la asociación ilícita y del tráfico de influencias. Es simple. Los países más transparentes pueden vivir en el libre mercado sin necesidad de corromperse bajo las reglas de un capitalismo prebendario. China no es el modelo, lo es Finlandia, Noruega, Suecia y Dinamarca. Miren la escala en Transparencia Internacional y verán quién es quién. Y de paso observen el tamaño del Estado en esos países, lo que insumen de recursos y todo lo que devuelven en términos de calidad estatal e inversión pública. Hay mucho gasto público, pero también mucha devolución real a la sociedad…