El empresario que llevas dentro
Dentro de cada persona existe un empresario en potencia. Todos tenemos, en mayor o menor grado una necesidad no satisfecha de emprender nuevas tareas. En algunos casos esta necesidad duerme, en otros dormita y en un pequeño grupo, menos del 1.5% de la población, brilla y sorprende a todos porque genera la realización de proyectos de diferentes magnitudes. Convertir esa necesidad de hacer nuevas tareas en acción para realizarlas, debe ser parte importante de nuestra vida. Hay una relación directa entre el grado de adormecimiento de nuestra necesidad de iniciar nuevos proyectos y nuestra felicidad. En la medida en que seamos conscientes de la importancia de convertir esa necesidad en acción, seremos más felices y disfrutaremos más nuestra vida porque de esa manera estaremos realizando nuestro potencial.
Nunca podremos tener empresas felices sin personas felices que disfruten su trabajo y que vibren con lo que realizan en la organización. Dentro de cada uno de nosotros existe un impulso por hacer cosas, cosas que deseamos realizar por motivación propia.
Este impulso es en esencia nuestra necesidad de emprender, la semilla que existe en nosotros y que nos lleva a desarrollar proyectos que se convierten en la razón de nuestra vida, en nuestra realización y por tanto en nuestra felicidad.
Durante muchos años, en la mayoría de los países latinoamericanos el ser empresario era sinónimo de explotador, mientras que el empleado tenía el papel de víctima. Vistas las cosas desde ese ángulo, el empleado se sentía cómodo con poca o nada de responsabilidad. Esta fue por años la estrategia de gobiernos populistas para mantenerse en el poder. Esta estrategia fue el somnífero que aletargó a nuestra juventud y limitó por años el desarrollo de la iniciativa privada y el nacimiento de muchos emprendedores en nuestro país, evitando que las personas fuesen felices y que lograran su realización profesional. Durante esos años, nuestras universidades fueron canteras de seguidores de buenos empleos y no de líderes emprendedores.
Pero en realidad ¿qué es un empresario? Un empresario es aquella persona que le ha permitido a su deseo oculto de emprender, enfocarse hacia una actividad productiva. En este sentido, toda actividad productiva que realicemos con entusiasmo, con amor y dedicación nos convierte en un empresario. Así podemos hablar de empresarios internos y empresarios externos. El empresario interno es todo aquel emprendedor que realiza su actividad productiva dentro de una organización de la cual no es propietario.
Si como empresario tengo que desarrollar una actividad en una empresa que no es de mi propiedad, entonces mi enfoque debería ser el de tratar a esa empresa como el mejor cliente de mi negocio. Como un cliente al cual brindo mi servicio, ya sea como dibujante, administrador de empresa o afanador. Por supuesto que debo considerar a la empresa mi mejor cliente, ya que solo tengo uno y debo evitar hacer cualquier cosa que pueda hacerme perder a ese único cliente, ya que si lo pierdo mi negocio podría quebrar. En términos prácticos podría decir que el empresario interno debería verse a sí mismo como el propietario de su propia micro empresa. Este punto es muy importante: él o ella es dueño(a) de su propia micro empresa, cuyo producto es el servicio que su propietario(a) brinda a la empresa en donde labora.
Una de las tareas fundamentales en nuestra vida como empresarios y como personas es la de tratar de entender la razón y el propósito de nuestra existencia; debemos pensar en las cosas más trascendentes, pensar en aquellos aspectos que nos potencien y nos hagan crecer en la empresa que hemos creado o en la que trabajamos. ¿Por qué se nos recordará cuando ya no estemos? ¿Cuáles son las cosas que realmente cuentan? ¿Qué es lo que busco a largo plazo? ¿Cuáles serán los aportes que debo hacer para permitir que la empresa y mi Yo Empresario crezcan? ¿Qué clase de persona soy, cómo me manejo en la organización? y cómo y en donde me visualizo en el mediano y largo plazos.
Si alguna vez en la vida hemos sentido el deseo de cambiar, de emprender un nuevo proyecto, de iniciar una nueva empresa, entonces debemos escuchar a nuestro yo interno y comenzar a trabajar con orden, perseverancia y tenacidad en nuestro proyecto de vida. Tenemos que iniciar un cambio en nuestra vida.
Para que exista un cambio en nuestra vida (o en nuestro empleo actual), lo primero que debe existir es una insatisfacción o sea, debe existir algo que no nos gusta: un trabajo en el que no nos sentimos valorados o en el que no existe futuro para nosotros. Puede ser también el caso de que seamos dueños de una empresa pero que la misma nos resulte tediosa y nos prive de felicidad. Para garantizar que el cambio sea exitoso, debemos seguir un modelo, una guía para hacer las cosas bien. Esto implica que debemos estudiar profundamente lo que queremos realizar, proponernos un objetivo claro, trazar un rumbo a seguir y finalmente comenzar el proceso para realizar ese esperado cambio. En la etapa del proceso es fundamental ser pacientes, tener plena confianza en los distintos talentos con que Dios nos favoreció, o sea, creer en nosotros mismos. La etapa del proceso no es fácil; es por eso que la etapa previa, la del modelo, es vital ya que nos muestra el camino a seguir. No es fácil hacer una empresa; se requiere de un verdadero esfuerzo para merecer alcanzar el éxito.
El problema del desempleo es enorme. Todas las personas merecen nuevas oportunidades que les permitan salir de su pobreza. Por eso es sumamente importante e impostergable eliminar la expectativa de que alguien más cambie las cosas por nosotros. Estamos esperando que venga un nuevo presidente de la republica, un nuevo líder, que alguien venga a solucionar nuestros problemas, pero la espera es muy larga y obviamente las soluciones debemos encontrarlas nosotros mismos emprendiendo nuevos negocios y haciendo crecer las empresas ya existentes.
Para hacer empresa, se requieren varios elementos importantes: tener un sueño, ser valiente, contar con herramientas prácticas (que pueden adquirirse en la universidad o con la experiencia laboral) y que además el gobierno no ponga obstáculos. Con el grave desempleo existente, es difícil entender que para iniciar una nueva pequeña o mediana empresa aún tengamos que pagar impuestos en los tramites y pagar por obtener una licencia y registrar una sociedad anónima, y peor aún, que tengamos que lidiar con funcionarios que no comprenden que su verdadero trabajo es facilitar y no entorpecer la creación de empresas. En realidad los gobiernos deberían estar más que satisfechos por recibir ingresos de estas nuevas empresas a través de los impuestos sobre la renta producto de los nuevos empleos que genere la iniciativa empresarial.
Para ser un empresario se debe ser un soñador, no hay quien pueda emprender un nuevo proyecto sin que primero lo haya soñado, pensado y madurado durante largo tiempo. Pero para lograr que el sueño se convierta en exitosa realidad, debemos planearlo debidamente. De no ser así, el sueño se podría convertir en una horrible pesadilla llamada falta de liquidez, que conduce inevitablemente al fracaso de la empresa. De esa magnitud es el reto de cualquier proyecto o empresa que nos propongamos en la vida para alcanzar el éxito, nuestra realización y por tanto nuestra felicidad.
esta super bien