Venezuela tiene ya menos libertad económica que Cuba, cómo hemos llegado a este punto
En base al índice de libertad económica que publica la fundación Heritatge, se han producido cambios muy notables en la clasificación de las economías para este año bajo el enfoque de libertad económica. Uno de los más interesantes es que Cuba ha subido 4,1 puntos en libertad económica mientras que Venezuela ha caído 6,7 puntos.
Con estas variaciones, Cuba asume 33,9 puntos sobre 100 puntos en libertad económica, mientras que Venezuela, por primera vez, quedaría por debajo de Cuba al manifestar 27 puntos sobre 100, lo que le sitúan como el penúltimo país con menor libertad económica, sólo por delante del Corea del Norte (4,9 puntos).
Todo ello se traduce en que Venezuela manifiesta una menor libertad económica que Cuba, un hecho que no tiene precedentes desde la formación del índice Heritatge. Por ello, en las siguientes líneas vamos a examinar la razón fundamental por este cambio de posiciones en el ranking.
¿Por qué el índice Heritatge concede una peor posición a Venezuela que a Cuba?
Venezuela y Cuba tiene muchos denominadores económicos comunes, una deteriorada efectividad judicial, un grave nula eficiencia de su regulación que se traduce en una menor libertad comercial y laboral y también, una inexistente libertad financiera, que conlleva empeorar la actividad bancaria bancaria.
Sin embargo, existen diferencias entre ambos países y la razón por la cual Venezuela quedaría por detrás de Cuba bajo el concepto de libertad económica queda referida en cuatro conceptos: Derechos de propiedad, integridad del gobierno, libertad monetaria y salud fiscal.
Si hacemos referencia a los derechos de propiedad, Venezuela ostenta un mayor deterioro que Cuba. En el índice, Cuba ostenta una puntuación en derechos de propiedad de 32,4 sobre 100, mientras que en Venezuela los derechos de propiedad reciben una puntuación de 6,8 punto sobre 100.
Venezuela ha deteriorado gravemente en los últimos años el marco legal que permite que las personas adopten libremente la propiedad privada, con leyes claras que se apliquen de manera efectiva por el gobierno. Sobre este punto, mencionar que en Venezuela existe un mayor riesgo que en Cuba sobre la expropiación de la propiedad privada.
Y si ésto fuera poco, Venezuela está inmerso en un proceso constituyente en el que se elegirán 500 constituyentes para crear una nueva Carta Magna. El problema reside en que estas «elecciones» se han hecho a medida y con amplios vacíos legales para que Maduro se refuerce en el poder y para deslegitimar a la Asamblea Nacional en manos de la oposición.
Seguidamente otra de las grandes diferencias la encontramos en la integridad del gobierno, pues Cuba recibe una puntuación de 41,8 sobre 100 y Venezuela tan sólo de 11,6 puntos. Este deterioro está vinculado a muchos factores como el desplome de la confianza pública en el gobierno que queda reflejado en las recurrentes manifestaciones que se viven a diario en el país.
La libertad monetaria evalúa tanto la estabilidad de precios como la evaluación de los controles de precios.Si bien es cierto que ambos países tienen fuertes regulaciones de precios máximos, la gran diferencia reside en los niveles de inflación.
En Venezuela no se publican datos sobre la inflación, sin embargo las estimaciones para el año pasado proyectaron una inflación alrededor del 700%, mientras que en Cuba, la inflación se situó en el 4,5%. Por ello, la libertad monetaria de Venezuela quedaría en 16,8 puntos y para Cuba en 66 puntos.
El último factor a analizar sería la salud fiscal, es decir, los déficits y los intereses de la deuda, los cuales son causados ââ¬â¹Ã¢â¬â¹por la mala gestión del presupuesto del gobierno.
Mientras que Cuba puntúa una puntuación muy positiva de 81,2 puntos en salud fiscal, Venezuela recibe una puntuación de 15,2 puntos debido a que las estimaciones (no se publican datos) es que el déficit de 2016 sería superior al 20%, el más alto del mundo.
Cuba: Un proceso de apertura para mejorar la financiación y atraer inversión
Cuba depende de la ayuda internacional como por ejemplo, las remesas de los exiliados cubanos y de los subsidios petroleros otorgados por Venezuela. Sin embargo, debido a la caída de los precios del crudo, junto a la creciente inestabilidad en Venezuela, ha llevado a que Cuba reciba cada vez menos apoyo desde Venezuela, con lo cual se hace cada vez más necesario volver a integrarse en la economía mundial.
Los sectores no estatales se han expandido de manera gradual, pero la ausencia de una disposición política efectiva para implementar reformas deja a las empresas con problemas dentro de un marco regulatorio debilitado.
Entre los sectores no estatales hay que destacar el papel del turismo. El aumento de la actividad turística que ha ido a más en los últimos años, con un crecimiento del 18% de turistas entre 2010 y 2014 y ha mejorado las perspectivas económicas para el país.
Pero los ingresos del turismo no han compensado totalmente la disminución de los flujos financieros venezolanos que ha lastrado la balanza de pagos. Desde 2009, el gobierno ha reducido sustancialmente las importaciones y ha cortado las nóminas estatales y subsidios con el fin de mantener un superávit de la cuenta corriente externa.
Uno de los grandes cambios que se han producido en Cuba reside en el acercamiento a Estados Unidos, un proceso que ha facilitado las restricciones de inversión y financiación. Tanto la política del gobierno y la cambiante relación con los Estados Unidos proyecta más entradas de inversión a la isla, así como mejora en los préstamos oficiales, tras la reestructuración de la deuda comercial y bilateral en los últimos años.
En el año pasado, Cuba consiguió crecer al 1% debido al impacto de la crisis económica en Venezuela, principal socio comercial de Cuba, así como la destrucción causada por el huracán Mateo en el mes de octubre.
No obstante, los económicos hay que cogerlos con pinzas, pues la falta de vigilancia por parte de los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras organizaciones, impide que los datos reportados sean precisos y daña la credibilidad de las cifras oficiales.
Venezuela: Combinación tóxica de recesión, hiperinflación y devaluación de la divisa
Venezuela es una economía que depende altamente del precio del petróleo para impulsar el crecimiento económico y para financiar el gasto público. El petróleo y el gas representan más del 90% de las exportaciones de bienes y aproximadamente el 32% del PIB. También proporciona alrededor del 45% de los ingresos públicos consolidados.
El petróleo ha sufrido la mayor caída de los últimos 40 años, con un desplome que llegó a ser del 73%, hasta alcanzar los 26 dólares en febrero de 2016. No obstante, a cierre de 2016, el petróleo sumó un rally hasta cerrar el año ligeramente por encima de los 52 dólares.
La situación económica es devastadora para Venezuela. La economía venezolana manifestó una caída del PIB de alrededor del 10% en 2016 y del 6,2% en 2015. Para este año, las proyecciones vaticinan un retroceso económico del 2%.
Los bajos precios del petróleo han socavado la política fiscal, lo que nos lleva a grandes déficits presupuestarios y la financiación inflacionaria del Banco Central de Venezuela. La información fiscal no está disponible desde 2014, pero las estimaciones realizadas por diferentes fuentes privadas y por el FMI sugieren que el déficit público era del orden del 20%-25% del PIB el año pasado. Y es probable que sea en un nivel similar en para este año.
Por esa razón, se ha disparado «la probabilidad de default de Venezuela». Como podemos apreciar en el siguiente gráfico, a principios de 2013 la probabilidad de default era del 35%, mientras que en la actualidad, el miedo al impago por la debilidad de sus finanzas ha llevado al riesgo de default hasta el 85%.
El problema para Venezuela reside en que la combinación de malas políticas monetarias y fiscales ha dado lugar a una creciente inflación. Las dudas sobre la exactitud de los datos reportados (cuya divulgación ha disminuido, y los retrasos en la presentación de informes han aumentado desde principios de 2016) han debilitado la confianza del mercado y dificulta la elaboración de pronósticos. La última información publicada muestra una tasa de inflación del 180% en 2015.
Todo ello, ha perjudicado a su divisa el Bolívar Fuerte (BVF) que ha sufrido una dura devaluación. Si en 2016, un dólar se cambiaba por 236 BVF a día de hoy el tipo de cambio es de 727 BVF por cada dólar, evidenciando la pérdida de compra de la divisa venezolana. Esta devaluación se traduce en la dificultad de importar productos básicos lo que da lugar a una escasez generalizada de alimentos y medicamentos…