La definición de las clases sociales de Marx está obsoleta
Existen ciertas personas que no paran de trabajar, a pesar de tener una posición económica acomodada, a veces por herencia. No es raro encontrar este tipo de personas en ciertas profesiones como el derecho, las finanzas, la gestión o la medicina, especialmente en EEUU. Alguien lo compartió en Meneame y los comentarios estuvieron principalmente analizando las clases sociales actuales desde una perspectiva Marxista.
Estoy convencido de que el análisis de las clases sociales desde una perspectiva marxista hoy en día está completamente obsoleto. Estas aparecen en 1848 en El Manifiesto del Partido Comunista que escribieron Marx y Engels, cuando las circunstancias eran muy diferentes a las de ahora. De hecho, es el cambio es tan grande y profundo, en mi opinión, que hace que estén absolutamente obsoletas.
La teoría de clases Marxista
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En 1848 Marx y Engels escribieron El Manifiesto Comunista, antes de que Marx sacara su Best Seller, El Capital. Definían las clases sociales como la burguesía que son los dueños de los medios de producción y el proletariado (que son los trabajadores, los oprimidos). También reconocen la existencia de la pequeña burguesía, y el del lumpen proletariado (los mendigos, ladrones, prostitutas, etc). En realidad las clases sociales se definen en relación a la propiedad de los medios de producción, siendo este el único punto que las divide.
En general las clases sociales están destinadas a luchar entre sí, entre los explotadores y los explotados. Estas clases sociales no son sino una nueva estructura de poder que anteriormente al capitalismo estaba representada por la nobleza y los siervos de la gleba en el feudalismo o por los propietarios y los esclavos en periodos anteriores, como el imperio romano, la Grecia clásica o el Egipto de los faraones. Los pequeños artesanos, labriegos, pequeños industriales, etc son una clase media que poco a poco va a convertirse en parte del proletariado. Eso es porque su posición no puede mantenerse ante el caudal del capital de la burguesía.
En las clases sociales marxistas tenemos tres aspectos el objetivo que es su relación con los medios de producción, el subjetivo que sería la conciencia de clase (o como se reproducen los valores) y por último la reproducción de las clases sociales, mediante las cuales se transmiten. No somos burgueses o proletarios porque lo hemos decidido u obtenido la posición en la sociedad, lo somos porque nuestros padres lo eran.
Para Marx y Engels este es el mundo establecido tras la revolución francesa, se abole la propiedad feudal por el establecimiento de la propiedad burguesa. Cambian los explotados y oprimidos, pero sigue habiendo una versión de explotación. Eso aboca a una revolución por parte del proletariado, de aquí es dónde surge el Partido Comunista (se concebía un movimiento mundial, no partidos comunistas nacionales).
La obsolescencia de la teoría Marxista
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Mi opinión es que si esto podría ser una descripción de la sociedad de la primera y quizás la segunda revolución industrial, en el mundo actual hemos cambiado tanto tras la segunda, la tercera y la cuarta en la que nos encontramos, que no tiene sentido alguno seguir pensando en estos términos. Marx murió en 1883, sin llegar a ver la primera Guerra Mundial, Engels un poco más tarde, en 1895. Pero tampoco vio los cambios. Entre sus muertes y hoy en día hemos tenido dos guerras mundiales, la creación y la caída de la Unión Soviética, la bomba atómica, la carrera espacial, la revolución verde, las telecomunicaciones, el auge de Asia.
Por ejemplo yo soy un “mindundi, un don nadie sin poder alguno comparado con alguien poderoso del pasado. Por ejemplo comparado con el Rey de Northumbria en la alta edad media. El Reino de Northumbria ocupaba buena parte del norte de lo que hoy es Inglaterra. En el castillo de Newcastle en Reino Unido se puede visitar la habitación del Rey y de la Reina, que sorprenden porque son pequeñas, oscuras, húmedas y frías.
En cambio vivo en una casa cuya temperatura se puede ajustar en invierno y en verano, si tengo hijos es muy poco probable que estos mueran antes de los tres años, no sufrido múltiples enfermedades, mi esperanza de vida supera los 80 años, he viajado por varios continentes, mi dieta tiene gran variedad de productos y sabores, etc. Es decir, vivo mucho mejor que un rey de hace mil años. En cambio no tengo su posición de poder. Puede que hace mil años mis antepasados fueran siervos de la gleba, pero sus descendientes viven mejor que los reyes de esa época.
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Por este motivo creo que hoy en día analizar las clases sociales según la teoría marxista es absurdo. ¿Nos preguntamos si los faraones eran cazadores o recolectores? No, porque su sociedad era mucho más compleja y gracias a esa división del trabajo consiguieron construir las pirámides. ¿Nos preguntamos si en la revolución industrial los trabajadores de las fábricas eran esclavos o senadores del Imperio Romano? No, porque la esclavitud se estaba aboliendo en muchos países y el imperio romano había desaparecido.
El mundo que conocieron Marx y Engels finalizó en 1914, con el inicio de la Primera Guerra Mundial. Seguramente se hubieran sorprendido de lo bien que puede vivir hoy en día ocupaciones que siguen existiendo, como un camarero o un barrendero.
¿Quién se parece más a un burgués? Un programador de Silicon Valley que no dispone de los medios de producción (datacenters y oficinas, por ejemplo) pero hay algunos que llegan a ganar más del millón de dólares anuales o el dueño de un pequeño taller de coches con dos empleados que intenta pagar las facturas y las nóminas. Uno de ellos es dueño de medios de producción, el otro no. Si aplicamos la definición marxista el primero es proletario y el segundo burgués, aunque yo opino que no tiene sentido dejarlo así.
No es que hoy en día no haya clases socioeconómicas, y que estás impliquen ciertos privilegios, como por ejemplo puede ser el reciente estudio de la Universidad de Yale sobre como el habla sirve para determinar la clase social y nos puede hacer parecer más adecuados para un empleo. Pero eso es para contarlo en otra ocasión.