El futuro económico que viene con la Inteligencia Artificial
La Inteligencia Artificial, o AI por sus siglas en inglés, abre una nueva era en el paradigma socioeconómico hacia el que se dirigen nuestras economías y sociedades. A lo largo de la Historia, pocos avances humanos han resultado tan disruptivos como éste, que en última instancia podría suponer el prescindir de la capacidad intelectual humana para tareas de orden superior, que son precisamente las que dan valor añadido a los trabajadores humanos, y que para algunos venían siendo el último argumento para considerarnos aún necesarios como fuerza laboral.
Efectivamente, la Inteligencia Artificial abre muchas puertas sobre el futuro que se avecina, y como todo nuevo invento humano disruptivo, implicará no pocos cambios radicales en nuestra forma de configurar y entender nuestras socioeconomías. En este análisis de hoy les damos las claves para que puedan ustedes saber qué puede suponer la AI para sus vidas o las de sus hijos, y si hay algo que temer al respecto, o más bien algo que nos permitan albergar la esperanza de que vaya a contribuir al progreso y transformación de nuestro mundo tal y como lo conocemos hoy por hoy.
La Inteligencia Artificial es una tecnología iniciada hace décadas
Haciendo una breve síntesis de lo que es la AI y de dónde viene, he de decirles que, al contrario de lo que muchos podrían pensar al calor de la reciente popularización del término, lo cierto es que es una tecnología que tiene décadas de antiguedad. Sus bases y conceptos fundamentales se remontan nada más y nada menos que hasta 1940. Pero lo cierto es que han sido principalmente la evolución de la capacidad de proceso y de almacenamiento de los equipos informáticos, conjugadas con la demanda que ha traído la tecnificación exponencial de prácticamente todos los aspectos de la vida de los consumidores y usuarios
Ello ha hecho que el concepto de Inteligencia Artificial se esté empezando a desarrollar con plenitud ahora. No obstante, en el largo camino seguido desde los años cuarenta del pasado siglo, hay diversas disputas respecto a la autoría y el origen de varias de las tecnologías y teorías que han permitido ahora el desarrollo de la Inteligencia Artificial. Más concretamente, como pueden leer en esta noticia del New York Times, una de las principales disputas ha surgido en torno a las redes neuronales.
Las redes neuronales son una de las disputadas bases de la Inteligencia Artificial
Dichas redes neuronales permiten a las máquinas aprender mediante el reconocimiento de patrones, que pueden ser posteriormente aplicados al procesado digital de nuestro entorno en términos generales. Entre sus aplicaciones se cuentan el reconocimiento de voz y del lenguaje, de imágenes, o la navegación de coches autónomos. Las redes neuronales permiten a las máquinas interpretar la realidad que nos rodea: uno de los principales escollos en los que los organismos biológicos son mucho más eficientes que las máquinas a día de hoy.
Pero estas disputas de autoría no son ninguna novedad en una sociedad en la que hay demasiadas personas que están más interesadas en ponerse la medalla que en hacernos verdaderamente progresar a todos. La importancia para nuestras socioeconomías es que este tipo de conflictos y sus posibles derivadas entorpezcan o directamente desincentiven a las personas que son verderamente fuente de futuro progreso socioeconómico.
Por seguir con el ejemplo del link anterior, a modo ilustrativo de lo que este tipo de implicaciones pueden llegar a significar para todos, les saco a colación la disputa que mantiene uno de los veteranos de la Inteligencia Artificial, el Dr. Schmidhuber, con parte de la comunidad más novata de éste área de especialización tecnológica. Ya en 1997, este doctor publicó un artículo de investigación sobre una técnica, bautizada como Long Short-Term Memory (o LSTM por sus siglas en inglés), que se basa en ofrecer un tipo de memoria o contexto a las redes neuronales.
La LSTM se basaba (y se basa) en el principio de no reiniciar el mecanismo de aprendizaje desde el principio en cada nuevo proceso, y permite simplemente añadir iteraciones y/o memoria que interpreta cada nueva palabra, imagen, o de lo que se trate, en base a lo previamente observado. Esta técnica de los noventa no ha dado hasta ahora sus frutos, y, porque se hagan una idea, por ejemplo ha permitido aumentar en los últimos años sensiblemente la precisión de los algoritmos de Inteligencia Artificial.
Hasta tal punto esto es así que un investigador de Google informó de que han utilizado exitosamente la técnica LSTM para reducir sus errores de transcripción de comandos de voz hasta en un 49%. Un gran avance esencial para inventos tan novedosos como los asistentes de Siri, Google Now, Amazon Echo y similares.
Supongo que antes de leer estas líneas, ya eran ustedes conscientes del gran potencial que la Inteligencia Artificial tiene para mejorar nuestras vidas, y traer progreso a nuestra sociedad. Llegados a este punto, me gustaría añadir la reflexión de que una sociedad sin meritocracia, donde la comunidad está más pendiente de ponerse la medalla que de hacer descubrimientos que nos hagan progresar, es una sociedad tremendamente ineficiente**, además de injusta con los creadores, y con un progreso socioeconómico que avanza sensiblemente por debajo de su potencial.
Es esencial mantener motivados a los individuos que aportan al progreso socioeconómico
Algunos dirán que esto ha ocurrido desde que el mundo es mundo, y razón no les falta, pero lo cierto es que, en un mundo con especialización exponencialmente creciente, y donde en algún momento lo que va a frenar el progreso es la falta de mentes humanas especializadas dedicadas a cada campo, habría que cuidar más que nunca que los científicos sean incentivados y estén motivados. Tengan en cuenta que para el científico vocacional, el más entregado a la causa del progreso desinteresado, un gran incentivo es el mero reconocimiento.
Eso por no hablar de otras variables socioeconómicas como que estos perfiles de investigador se constituyan en ejemplos a imitar por nuestros jóvenes, en vez de tanto famoseo que gana rápidamente dinero fácil y repercusión en los medios tan sólo por acudir a platós de televisión y criticar las mentiras o verdades sobre asuntos personales irrelevantes.
El futuro económico tras las siglas AI
Pero pasemos a temas más propios de páginas salmón por unos párrafos, que es de lo que aquí se trata. Lo cierto es que, realmente, con estos avances tan disruptivos, las meras cifras económicas no reflejan de forma fiable la realidad que hay tras su generalización. Por ponerles un ejemplo, ¿Creen ustedes que resultaría fiable medir el impacto de la invención de la rueda en nuestro mundo tan sólo teniendo en cuenta las cifras de venta de todos los fabricantes de ruedas? ¿O lo mismo para medir el impacto de internet ponderando tan sólo las cifras de facturación de las operadoras que nos dan acceso?
Obviamente esto no tendría mucho sentido, y es cierto que hay en estos casos unas cifras imponderables que llegan a cambiarnos el modo de vida sin que eso se refleje fielmente en cifras meramente económicas. En todo caso, estas cifras son significativas para muchos de los agentes económicos, motivo por el cual les incluyo aquí algunas de las relativas a la Inteligencia Artificial…