El fin de las autopistas de peaje en España está cerca y no es una buena noticia
En los próximos tres años vencen las concesiones de varias autopistas de peaje en España (concretamente parte de la AP-1, casi toda la AP-7, la AP-2 y la AP-4). Las concesiones han durado 50 años y ahora el nuevo Gobierno tiene que decidir qué hacer con ellas.
Todas las presiones van encaminadas a que las libere y se conviertan en vías de circulación gratuita. Esto tiene sus pros y sus contras, y personalmente creo que tiene más inconvenientes que ventajas.
Las externalidades hay que gravarlas
El uso del vehículo privado genera una gran externalidad: contaminación y ruido es lo más obvio, pero también el coste de mantenimiento de las infraestructuras y la masiva importación de combustibles que sufre nuestro país. Por tanto el uso del vehículo está gravado con muchos impuestos, desde el de circulación y matriculación (que prácticamente está desaparecido) hasta los especiales que se pagan al repostar.
Las autopistas de peaje también son una forma de desincentivar el uso del vehículo. Si algo que es de pago pasa a ser gratuito su uso se incrementará, y por tanto la disuasión en el uso del coche desaparecerá.
Los costes de mantenimiento, ¿quién los paga?
Si estas autopistas pasan a ser libres el Estado se tendrá que hacer cargo, vía Presupuestos, de su coste de mantenimiento. En un momento en el que las cuentas públicas siguen en déficit solo podemos concluir que ese dinero que irá al mantenimiento de estas autopistas se detraerá de otras partidas, ya sean de nuevas inversiones o del mantenimiento del Estado del Bienestar…