El coste medioambiental del Bitcoin: una transacción drena 16.000 litros de agua
- Una sola transacción de Bitcoin utiliza 16.000 litros de agua, lo que afecta los recursos hídricos globales.
- La minería de Bitcoin en EE.UU. consume hasta 35,1 mil millones de litros de agua al año.
- A pesar del impacto ambiental, la comunidad Bitcoin se resiste a cambios de software que puedan reducir este consum
El impacto ambiental de Bitcoin va más allá del mero uso de electricidad. Estudios recientes destacan una revelación sorprendente: una sola transacción de Bitcoin consume hasta 16.000 litros de agua limpia, un volumen suficiente para llenar una pequeña piscina. Esta asombrosa cantidad de consumo de agua representa una amenaza significativa para nuestros ya escasos recursos hídricos globales.
Alex de Vries, investigador de la VU Amsterdam School of Business and Economics, ha sacado a la luz el uso intensivo de agua asociado a la minería de Bitcoin. Se ha informado que este proceso, crucial para proteger la red Bitcoin, utiliza entre 8,6 y 35,1 mil millones de litros de agua al año solo en los Estados Unidos. A nivel mundial, la huella hídrica de Bitcoin alcanzó la asombrosa cifra de 1,6 billones de litros en 2021, y se prevé que aumente a 2,3 billones de litros.
El principal contribuyente a este uso de agua es la generación de electricidad necesaria para la minería de Bitcoin. Las centrales eléctricas, ya sean de carbón, de gas o hidroeléctricas, consumen grandes cantidades de agua. Además, el agua se utiliza directamente en los sistemas de refrigeración de los centros de datos donde se realiza la minería de Bitcoin. El coste medioambiental de las operaciones de Bitcoin es, pues, doble: el conocido consumo de energía y el ahora revelado uso extensivo de agua.
Comparativamente, el consumo de agua de Bitcoin, por alarmante que sea, aún no cubre sus demandas de energía. El proceso minero es una tarea que consume mucha energía y contribuye significativamente a las emisiones de carbono y los desechos electrónicos. Sin embargo, es posible reducir estos impactos ambientales. Por ejemplo, Ethereum, otra criptomoneda importante, ha implementado cambios que redujeron su uso de energía en un 99,99%, reduciendo posteriormente su huella hídrica.
El quid de la cuestión radica en la resistencia dentro de la comunidad Bitcoin a adoptar cambios de software similares que podrían reducir drásticamente los impactos ambientales. De Vries señala que dicha solución de software existe y podría eliminar eficazmente las emisiones de carbono, la huella hídrica y los desechos electrónicos de Bitcoin. Sin embargo, la naturaleza descentralizada y resistente al cambio de la comunidad Bitcoin obstaculiza la implementación de estos cambios cruciales.
En conclusión, el costo ambiental de las transacciones de Bitcoin se extiende más allá del consumo de energía y genera una huella hídrica significativa. Esta revelación requiere una reevaluación de las operaciones con criptomonedas e insta a la comunidad a considerar alternativas sostenibles. Mientras el mundo enfrenta desafíos ambientales, la industria de las criptomonedas debe alinear sus operaciones con los objetivos de sostenibilidad global.