Economía colaborativa: qué es, beneficios e inconvenientes – deGerencia.com
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Economía colaborativa: qué es, beneficios e inconvenientes

Internet y las nuevas tecnologías han impulsado modelos de consumo alternativo en los últimos años. La relación entre quien ofrece un producto y quien tiene una necesidad concreta está cambiando de manera significativa.

Uno de los modelos que más adeptos gana día tras día es la economía colaborativa, el cual se basa en prestar, alquilar, comprar o vender productos en función de necesidades específicas y no tanto en beneficios económicos. De hecho, en este sistema es posible que el dinero no sea el único valor de cambio para las transacciones.

Qué es la economía colaborativa: definición

La economía colaborativa es un modelo en el que los servicios son considerados bienes de intercambio. Por ejemplo, una persona que pueda ofrecer alojamiento a otra durante unos días, puede intercambiar este servicio por unas clases de inglés o francés.

Como su propio nombre lo indica, se trata de un modelo centrado en la colaboración y la ayuda muta. Actualmente, casi todos los sectores de la economía ya cuentan con negocios colaborativos. Pese a que su irrupción fue en el año 2010, aún es temprano para decir si este sistema tendrá un alcance global o sólo parcial.

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Características de las empresas que operan bajo el modelo de economía colaborativa
A pesar de la heterogeneidad de los negocios e industrias que se engloban dentro de este modelo, las empresas dentro del sector de economía colaborativa podría definirse a través de las cuatro características. Son las siguientes:

Utilizan la tecnología de la información, típicamente disponible a través de plataformas basadas en la web, como las “aplicaciones” móviles en dispositivos con acceso a Internet, para facilitar las transacciones entre pares.

Confían en los sistemas de calificación basados ​​en el usuario para el control de calidad, lo que garantiza un nivel de confianza entre los consumidores y los proveedores de servicios que no se han encontrado previamente.

Ofrecen a los trabajadores que brindan servicios a través de plataformas de correspondencia digital flexibilidad para decidir sus horas de trabajo típicas.

En la medida en que las herramientas y los activos son necesarios para proporcionar un servicio, las empresas de correspondencia digital confían en que los trabajadores usen los suyos.

Tipos de economía colaborativa

El concepto es mucho más amplio de lo que parece en un principio. Dentro del propio sistema de colaboración, también denominado «economía compartida», existen varios tipos de relaciones que varían en función de las necesidades y los productos:

Consumo colaborativo:

Utiliza plataformas digitales a través de las cuales los usuarios se ponen en contacto para intercambiar bienes o artículos, casi todos de forma gratuita y altruista.

Conocimiento abierto:

Son todas aquellas modalidades que promueven la difusión del conocimiento sin barreras legales o administrativas. Pueden presentarse en el día a día o a través de plataformas informáticas a las que acuden usuarios con necesidades.

Producción colaborativa:

Se trata de redes de interacción digital que promueven la difusión de proyectos o servicios de todo tipo. La diferencia con los dos modelos anteriores es que lo que se ofrece también se produce en el seno de estas células.

Finanzas colaborativas:

Microcréditos, préstamos, ahorros, donaciones y vías de financiación se incluyen en este subgrupo de la economía colaborativa. Los usuarios se ponen en contacto para satisfacer necesidades en cualquiera de estos aspectos. El mejor ejemplo lo vemos en el crowfunding, modelo de financiación para aquellos que deseen aportar capital a ciertas iniciativas de forma desinteresada.

Principales beneficios del consumo colaborativo

Son muy diversas las ventajas de este modelo de economía para los negocios. Algunas de las más destacables son:

El ahorro. La mayoría de productos o servicios que se ofrecen a través de este sistema tiene precios módicos o, incluso, simbólicos.
Desarrollo sostenible. La economía colaborativa estimula el segundo uso de los productos. Lo que alguien ya no necesita, puede tener un nuevo destinatario en alguna red de contactos. Se aboga por un consumo moderado.

Gestión de recursos. Otro principio de la economía colaborativa es que si a alguien sirve una cosa, lo más probable es que a otra persona también. ¿Por qué no compartirlo? El mejor ejemplo son los coches de carretera, que pueden servir para llevar a varios pasajeros con destinos próximos.

Mayor oferta. Los productos con un segundo uso y los servicios compartidos amplían la oferta de los mercados tradicionales. Sin la economía colaborativa, es posible que éstos nunca vieran la luz.

Beneficio medioambiental. La reutilización y los servicios compartidos son una buena manera de contribuir al cuidado y la sostenibilidad de los entornos.

Nos encontramos en un escenario donde las APPs de economía colaborativa están en auge, como AirBnB, Uber o Wallapop. Tendremos que ver cómo acaban convirtiendo estos modelos de negocio ya que las Normativas Europeas los empezarán a regular.

Los desafíos que plantea la economía colaborativa

Las implicaciones de la economía compartida han sido objeto de acalorados debates en los medios de comunicación y el mundo de la investigación. Un área central de discusión se refiere a si la economía colaborativa brinda más oportunidades de ganar salarios a más personas, o si su efecto neto es el desplazamiento de empleos tradicionalmente seguros y la creación de una política generalizada de trabajo a tiempo parcial y mal remunerado.

Es un debate que continúa desarrollándose, obligando a los empresarios a sopesar las connotaciones de sus iniciativas.

Si bien las conclusiones sobre los efectos generales de este sector son todo menos claras, incluso a medida que ingresan más datos, vale la pena profundizar en la literatura disponible y conocer las vías abiertas a la investigación y líneas de argumentación.

No cabe duda de que estas nuevas tecnologías de actividad económica entre pares son herramientas potencialmente poderosas para construir un movimiento social centrado en prácticas genuinas de intercambio y cooperación en la producción y consumo de bienes y servicios. Pero alcanzar ese potencial requerirá democratizar la propiedad y la gobernanza de las plataformas de economía compartida.



  • Ver original en Retos Directivos
  • Publicado el miércoles julio 15, 2020


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