La reactivación del mercado laboral apenas remienda el descosido del empleo juvenil
Los jóvenes españoles no levantan cabeza. Sufren altas tasas de paro, perciben bajos salarios, tienen los mayores índices de temporalidad, muchos trabajan a tiempo parcial, otras veces encadenan contratos de becarios y en prácticas durante años, cuando no ocupan puestos para los que están sobrecualificados… Eso está retrasando su edad de emancipación, el inicio de su proyecto de vida… Y generando una bolsa de trabajadores pobres que crece cada año. «Desde hace dos décadas existe una pérdida importantísima de capital humano y talento», sentencia Francisco Javier Velázquez, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid. Con todas las consecuencias que eso conlleva para la economía de un país.
Que el paro tenga una mayor incidencia en la población joven parece ser un mal endémico que no solo sufre España, también otros países europeos, pero en nuestro caso las cifras son más desastrosas. Somos el segundo Estado de la UE con mayor tasa de paro entre los menores de 25 años, nada más y nada menos que el 37,9% no tiene empleo y lo está buscando, como ha dado a conocer esta semana Eurostat. Son datos de noviembre de este año, que ha mejorado tres décimas respecto a octubre. Por detrás de nosotros solo se encuentra Grecia con un 39,5%.
La misma tendencia refleja la última Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE) con datos del tercer trimestre de 2017. En su caso, estima que 32,69% de los que tienen entre 20 y 24 años se encuentra en paro, una cifra que ha mejorado en 3,5 puntos respecto al trimestre anterior, pero muy lejos todavía de la tasa de paro del 15% que registraba este grupo de edad antes de la crisis.
El INE cifra en 1.029 euros al mes el salario medio bruto de los menores de 25 años frente a los 2.228 que se cobra a partir de los 55 años
«En edades tempranas las tasas de paro son muy elevadas», explica el profesor Velázquez. Ello se debe a que «los jóvenes buscan empleo pero no aceptan cualquier trabajo, porque el mercado suele ofrecer malas condiciones, sobre todo en el primer empleo.Por eso, muchos rechazan ofertas, no se someten a lo que el mercado pide. Pueden permitírselo al tener menos responsabilidades y estar arropados por los padres. Con el paso del tiempo la gente se da cuenta de que no puede obtener mejores condiciones y termina aceptando», dice el profesor. No obstante, también el paro es elevado a más edad, aunque se haya reducido en los últimos años.Según la EPA, todavía lo sufren el 22,5% de los jóvenes de entre 25 y 29 años. La tasa nacional se sitúa en el 16,38%.
Lo que está claro es que a mayor edad y formación el paro cae. Los datos del INE así lo corroboran: la tasa de paro se reduce al 14,27% a partir de los 55 años y al 9,7% entre los que tienen estudios superiores. «Los universitarios son los que mejor han aguantado los envites de la crisis, los que más baja tasa de desempleo tienen y lo que menos destrucción de empleo han sufrido», asegura Luis Pérez, responsable de Relaciones Institucionales de la consultora Randstad.
No obstante, se produce un nuevo fenómeno que explica el profesor Velázquez: «Nos encontramos con un problema de inserción laboral. El capital humano se deteriora de forma muy rápida. Para mantener un nivel de formación hay que estar en un puesto de trabajo, desarrollándose, reciclándose, aprendiendo… Si no se encuentra trabajo o se tarda 4 o 5 años en hacerlo, los conocimientos se deterioran, por tanto no llegas al mercado laboral cuando más productivo eres y más puedes innovar». Toda una pérdida de talento.
La cultura del esfuerzo
Hay un factor que agrava el problema, apunta Velázquez. Cierto sentido de la cultura del esfuerzo. «Se ha generalizado la idea de tener una carrera, pero que no cueste mucho ââ¬âañadeââ¬â. De ahí que ocurra paradójicamente otro fenómeno: necesitamos matemáticos, físicos e informáticos, pero no son precisamente las carreras más demandadas». Es conocida la falta de algunos perfiles profesionales formados en STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) que solicitan las empresas.
Los bajos salarios también hacen mella en los trabajadores jóvenes. Solo por hacerse una idea, en uno de sus boletines económicos Funcas ya advirtió este año que los nuevos contratos realizados en 2015 conllevaban una reducción de ingresos de un 12% si se comparaban con los de 2008. Es decir, se paga menos por hacer lo mismo.Algo que perjudica sobre todo a los jóvenes que acceden a su primer empleo. En este caso vez mermados sus salarios un 14%.
El INE ha cifrado en 1.029 euros al mes el salario medio bruto que perciben los menores de 25 años
La austeridad y moderación salarial para salvar la crisis ha dado lugar a una nueva bolsa de trabajadores con elevados índices de pobreza relativa, dice Funcas. En su boletín se explica: «Entre 2008 y 2015 el grupo de movers (los nuevos contratos) han visto descender en un 3,3% el salario por día trabajado. Sin embargo, deberían ganar más», ya que han acumulado años de experiencia a lo largo de la crisis y están en sectores donde los salarios son mayores. Sin embargo, ganan menos. Ya que un mayor número de ellos trabaja a tiempo parcial (eso penaliza un 3,2% su salario) y porque el mercado laboral español paga peor que antes el mismo tipo de empleado.
El mismo INE ha cifrado en 1.029 euros al mes el salario medio bruto que perciben los menores de 25 años frente a los 2.228 que se cobra a partir de los 55 años. La cantidad que cobran los jóvenes ha ido descendiendo año tras año desde 2012, cuando se aprobó la reforma laboral (entonces el salario medio bruto a esa edad era de 1.040 euros). El Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España estima que el sueldo medio de los jóvenes es de 900 euros al mes. En consecueââ¬Å ncia el 23% se encuentra en lo que ya se conoce como pobreza laboral.
Predomina la eventualidad
«La tímida mejora del empleo en algunos tramos de edad solamente se ha traducido en peores condiciones de trabajo para todo el colectivo joven, sobre todo para los que acceden al primera experiencia laboral en condiciones muy precarias», se queja Eduardo Magaldi, responsable de Juventud de UGT. De hecho, un informe de este año de UGT («Análisis de la precariedad en el empleo juvenil») dice que de los 2,2 millones de contratos que se realizaron a jóvenes menores de 20 años en 2016, el 57% fueron eventuales. «Los empleos fijos son cubiertos de forma discrecional por contratos temporales, de tal modo que la entrada de los jóvenes en el mercado laboral se produce exclusivamente por la vía de la temporalidad», dice el estudio del sindicato.
La modalidad más utilizada por las empresas es el contrato por obra y servicio. La eventualidad se produce sobre todo en turismo, hostelería y actividades de ocio y tiempo libre, «donde las condiciones de trabajo implican turnos, largas jornadas y también salarios bajos», afirma el documento. Según Magaldi, «cada vez se renuevan los contratos por periodos más cortos: por una semana, días… Antes la temporalidad era más estable de tres y seis meses. Ahora sufrimos grandes niveles de incertidumbre sin saber qué voy a hacer mañana. Y eso también está dando lguar a que no se reclamen derechos por el miedo a que no te llamen».
A tiempo parcial
A la temporalidad se unen contratos a tiempo parcial (media jornada, 15 horas semanales…). El 27,7% de la población entre 16 a 29 años trabaja con estos horarios laborales más reducidos. Sin embargo, «las encuestas reflejan que el 90% de los contratos parciales no son deseados, queremos trabajar a tiempo completo», señala Magaldi.
Y para hacer frente a este panorama, mientras unos terminan resignándose, otros buscan fortuna fuera de nuestras fronteras y los hay que regresan al sistema educativo en espera de que lleguen tiempos mejores.