Los scooters en América Latina: solo en Brasil ocurrieron 125 accidentes a mayo
Aunque llegaron como una promesa de movilidad para las congestionadas y contaminadas urbes latinoamericanas, los scooters o monopatines eléctricos han enfrentado un camino de accidentes, lentas regulaciones y la oposición de algunos habitantes.
Repentinamente, miles de estos artefactos aparecieron en América Latina el año pasado, enviados por plataformas de «micromovilidad» como las startups estadounidenses Bird, Lime y Scoot, la mexicana Grin o la brasileña Yellow.
Por alrededor de medio dólar, más 10 centavos por minuto, cualquier persona con un smartphone y una tarjeta bancaria puede subirse y dejar atrás el tráfico de algunas de las ciudades más embotelladas del mundo.
Otra ventaja mayúscula, según sus aficionados: los monopatines ofrecen una opción de transporte limpio en lugares que padecen de altos niveles de contaminación.
Sin embargo, sus críticos dicen que estos minivehículos solo empeoran el caos vial.
En Ciudad de México, con más de 20 millones de habitantes y casi cinco millones de automóviles, un hombre sobrevivió en marzo al aparatoso golpe que le dio un auto cuando conducía un monopatín en sentido contrario por un céntrico barrio.
Otro accidente parecido ocurrido durante la madrugada mató a un hombre en la turística Zona Rosa.
En Lima, una mujer resultó con fracturas tras ser arrollada por uno de estos vehículos en la vereda en abril.
En Sao Paulo, de enero a mayo sumaron 125 atropellamientos.
Los problemas para estos vehículos, que alcanzan hasta 40 km/h, apenas empezaban.
Al igual que en Europa y Estados Unidos, a donde llegaron primero, en Ciudad de México, Lima, Bogotá y Sao Paulo hay quejas porque los monopatines circulan en las aceras y son estacionados sin ningún control, bloqueando el paso de peatones y otros vehículos…