2 claves para ahorrar sin importar cuánto ganes – Kim Kiyosaki
“Si tan sólo ganara más dinero, todo estaría bien”.
“Todo lo que necesito son $20,000 extras para resolver mis problemas financieros”.
“Si tuviera un millón de dólares, nunca más tendría que preocuparme por el dinero”.
Seguramente has escuchados estas frases cientos de veces. Pero la buena noticia es que sin importar cuánto dinero ganes –ya sean $20,000 o $2 millones al mes–, puedes tomar medidas para alcanzar la seguridad y la independencia económica que quieres, además de protegerte a ti mismo de un mal manejo financiero.
Lo primero que tienes que hacer es anteponer tu futuro a tu situación actual. Muchos emprendedores cometen el error de decir: “Yo ahorraría si me quedara algo al finalizar el mes”, o “cuando tenga dinero extra, lo invertiré”. Ese es un pretexto para no ahorrar o invertir.
La solución simple: en lugar de guardar el dinero que te sobre al final del mes, aparta un monto desde el comienzo. Yo no creo en el ahorro nada más porque sí. De hecho, a causa de las comisiones y la inflación, perderás dinero si lo metes en una cuenta de ahorros. La sugerencia es usar una cuenta de este tipo sólo para retener tu capital mientras encuentras una buena inversión.
Esta es la regla que he seguido desde el principio de mi carrera como inversionista: antes de pagar cualquier deuda, aparta el 30% del total. Esto se aplica a todas y cada una de las facturas que te lleguen. De ese monto, destina un 10% a una cuenta de inversión, otro 10% a una de ahorro (para emergencias) y el 10% restante a proyectos caritativos, que podrás deducir de impuestos. Con el dinero que te resta, paga tus deudas.
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Casi puedo escuchar a algunos de ustedes gritando: “¡Pero no me puedo permitir restar un 30% del total!” o “¡no me va a alcanzar para pagar!”. Lo entiendo, porque cuando comencé a hacerlo ésa era exactamente la situación en que me encontraba. Pero en lugar de decir “no puedo hacer esto”, me preguntaba “¿cómo puedo hacer esto?”.
Para mí, fue la combinación de dos cosas:
1. Hablar con mis acreedores. La mayoría aceptaron recibir una cantidad más pequeña al mes, siempre y cuando les asegurara que tenía toda la intención de pagarles hasta el último centavo.
2. Incrementar mis ingresos. Tal vez no puedas destinar un 30% del total. En realidad no importa qué porcentaje separes: podría ser 3%, 3% y 3 por ciento. Lo importante es crearte el hábito y hacer esto hasta con el último centavo que te llegue, todos los días y todos los meses sin interrupción. Parte del desafío es repetirlo hasta que se vuelva parte de tu naturaleza.
Esta práctica me llevó a adquirir mi primera inversión inmobiliaria en 1989. Hoy continúo con ese hábito, pero el porcentaje que le destino es ahora un poco mayor. No tengas miedo. Te sorprenderá la rapidez con la que se acumula el dinero en tus cuentas y lo pronto que encuentras maneras de reemplazar el monto que restaste del total para financiar tu futuro.