¿Dónde están los más de 1600 millones de euros en pesetas que aún no han sido devueltos?
Al cierre del pasado mes de enero, el valor de los billetes y de las monedas denominados en pesetas que aún no habían sido retornados ascendía hasta los 1642 millones de euros. Parece una cantidad ingente, pero lo cierto es que representa, únicamente, el 3,3% del total de las pesetas que había en circulación a 31 de diciembre de 2001 (48.750 millones de euros en aquel entonces), justo antes de la entrada en circulación de la moneda única. Una cantidad residual que disminuye a cuentagotas.
El importe de los billetes que todavía no han sido devueltos (842 millones) supera al de las monedas (799 millones), según las estadísticas publicadas por el Banco de España. Sin embargo, el papel moneda que continúa en manos de los españoles solo supone un 1,8 % del saldo total que había en circulación antes de la llegada del euro, mientras que las monedas representan casi un 32 %.
Olvidadas o peridas
Aunque resultaría imposible determinar dónde se encuentran todas las pesetas que aún no han sido canjeadas por euros, todo apunta a que muchas de ellas han sido olvidadas o perdidas y, probablemente, un porcentaje nunca será retornado al Banco de España, tal y como prevé el supervisor.
La rentabilidad del canje tampoco juega a su favor, señalan desde el comparador de cuentas y depósitos HelpMyCash.com. Es probable que la mayoría de los españoles conserven importes pequeños en pesetas, por lo que el traslado y el tiempo empleados en acudir a la sede madrileña del Banco de España o a una de las 15 sucursales repartidas por España (no todas las provincias tienen representación física del regulador) no saldrían a cuenta.
Nostálgicos y coleccionistas
Al elevado índice de pérdida que han debido de registrar las pesetas que no se entregaron durante los primeros meses de 2002 hay que sumarle el factor nostalgia. Cuando entró en circulación el euro y se produjo la fase de desmonetización principal, que duró hasta 2003 y que acabó con la mayor parte de la divisa española, es probable que muchos ciudadanos decidiesen atesorar como recuerdo alguna pieza de la antigua divisa.
Otro tanto por ciento del efectivo no retornado estará en manos de coleccionistas y una pequeña parte en casa de los turistas que se acabaron llevando pesetas a sus países de origen y que nunca volvieron a gastarlas.
Por último, no debemos pasar por alto la cantidad de efectivo y de papel moneda que habrá sido destruido a causa de incendios, inundaciones u otros accidentes, señalan las fuentes consultadas del Banco de España por parte del comparador.
Retorno a cuentagotas
Durante los dos primeros meses de 2002, período durante el cual coexistieron tanto la moneda nacional como el euro, habían sido canjeadas pesetas por valor de 42.000 millones de euros, es decir, el 83 % del saldo que había en circulación a finales del año anterior, y en abril de 2002, el 93 % del efectivo ya había sido devuelto. Desde entonces, el volumen de pesetas retornadas se ha reducido notablemente y los ciudadanos han ido devolviendo la antigua divisa a cuentagotas.
Entre principios de 2003 y finales de 2016, el importe de las pesetas canjeadas se ha reducido únicamente en 486 millones de euros, una cifra que no llega, ni siquiera, al 1% del saldo total que había en circulación en diciembre de 2001. Teniendo en cuenta que la fecha límite para realizar el canje es a finales de 2020, todo parece indicar que muchas de las pesetas que aún no han sido retornadas jamás llegarán a manos del Banco de España.
Reciclaje monetario
El regulador ha sido el encargado de inutilizar los billetes y la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre-Real Casa de la Moneda la encargada de destruir las monedas. En el caso de los billetes, una vez entregados al Banco de España su futuro es el vertedero. El papel moneda se tritura y se prensa en forma de cilindros (briquetas) para acabar depositado en vertederos públicos. Desde el BdE señalan que «los billetes podrían ser incinerados en centros especiales, pero no se utiliza este método para su destrucción en los centros de tratamiento de billetes (situados en núcleos urbanos en su mayoría) porque las tintas de los billetes pueden desprender residuos tóxicos que están prohibidos por la mayoría de las normativas municipales».
El proceso de inutilización de las monedas ha tomado otro rumbo. El metálico se trocea hasta convertirse en chatarra, se separa por aleaciones y se vende. Una vez inutilizada la moneda, el coste de almacenamiento y de transporte se abarata, «lo que facilita su venta, destino final de la chatarra, y que ha servido para pagar el proceso de desmonetización».
Durante la fase principal de inutilización de las monedas, se produjeron miles de toneladas de chatarra con utilidades distintas: cupro-níquel, empleado para fabricar nuevas monedas, tuberías y en la industria auxiliar del automóvil; aluminio-magnesio, con utilidades en la industria alimentaria, en la construcción y, una vez más, en el sector automovilístico; bronce-aluminio, utilizado sobre todo en la industria naval; y plata, usada en cuberterías, joyas, etc…