¿Elon Musk tiene razón y vivimos en una simulación tipo Matrix?
El visionario, innovador, pero también algo excéntrico multimillonario Elon Musk ha vuelto a sorprendernos. El meritorio Musk cuenta en su repertorio empresarial con las bazas de haber sido cofundador de revolucionarias empresas ya consolidadas como Paypal (pago seguro y cuasi-anónimo por internet) y Tesla (coche eléctrico), o ser creador de disruptivas futuribles como SpaceX (vehículos de lanzamiento espacial reutilizables) o Hyperloop (tren de alta velocidad por tubos de vacío).
Pero esta vez, con lo que nos ha sorprendido el emprededor de origen sudafricano y afincado en Estados Unidos, ha sido con unas declaraciones que, si bien no suponen realmente una innovación rompedora, puesto que hay famosas cintas del género de ciencia-ficción que ya expusieron esta teoría hace años, sí que resultan chocantes. El motivo de esta apreciación viene de los casi convencimiento y rotundidad con los que Musk expone abierta y públicamente unas teorías que a más de uno pueden sonarle con razón a castillos en el aire. Pero es precisamente eso por lo que aboga Musk con sus teorías, por el hecho de que estemos viviendo en un inmenso castillo en el aire digital, o, dicho con otras palabras, en una simulación. Analizamos para ustedes hoy, con lo pies en la tierra, qué puede haber detrás de esta idea algo excéntrica, y como no podía ser de otro asalmonado modo, con sus consecuencias socioeconómicas muy presentes.
La idea base de que vivamos en una simulación
Como pueden leer en el profesional artículo de The Guardian sobre este tema, cuyo enlace les incluyo aquí, Elon Musk no tiene reparos en admitir públicamente su creencia de que lo que conocemos como nuestra realidad no es más que una mera simulación. Ha llegado incluso a asignarle una probabilidad al hecho de que esto pueda ser así, o más bien al contrario: de que no sea así. Como pueden leer en el enlace anterior, Musk afirma que hay tan sólo una posibilidad entre mil millones de que vivamos en una realidad tal y como la concebimos actualmente, siendo el escenario más probable que sea una simulación implementada en un gigantesco superordenador construído por una inteligencia más evolucionada.
Dejando a un lado lo poco riguroso de asignar hasta una probabilidad de suceso cuantificable a una asunción tan poco probada científicamente, no caigamos tampoco en descartar automáticamente una idea que, a ciencia cierta, tampoco podemos demostrar a día de hoy que sea equivocada. Trataremos de hacer un ejercicio lo más riguroso posible y con los pies en la tierra de esta posibilidad, por remota que a más de uno pueda parecerle.
Hay al menos dos multimillonarios involucrando en secreto a científicos para liberarnos de The Matrix
Pero lo cierto es que Musk no está sólo en su vital y digital concepción del mundo. Como relata también The Guardian, Musk es sólo uno más de las personas de Silicon Valley que se han interesado por la «Hipótesis de la simulación». A la propagación de esta idea sin duda ha contribuído el excelente film «The Matrix» de finales de los noventa, que ya exponía con trepidante acción esta idea. Según el perfil «Y Combinator» de la revista New Yorker, ya hay incluso dos multimillonarios del mundo de la tecnología involucrando en una atmósfera de secretismo a científicos para trabajar en liberarnos de esta supuesta simulación. Obviamente ello no supone por sí mismo la demostración de nada al respecto, pero simplemente quería darles una idea de hasta qué punto la hipótesis ha calado en ciertas mentes con capacidad de influencia.
Un poco de historia de la Filosofía
En realidad, la idea de la «Hipótesis de la simulación» no es en absoluto novedosa para nuestra cultura. Esta hipótesis es una antigua teoría filosófica que data del siglo XVII, y que ahora tan sólo ha sido adecuada a la nueva y naciente realidad de la tecnología digital. El primero en formularse cuestiones similares a las expuestas por Musk ahora fue el famoso filósofo René Descartes, que en su famoso «Discurso del Método» ya se planteó en 1637 la idea base de la naciente corriente filosófica conocida como racionalismo. Tal vez les suene más la famosa frase «Cogito ergo sum», o traducida del latín «Pienso luego existo». Esta archiconocida frase tiene su origen ni más ni menos en las dudas que se le planteaban a Descartes de que lo que podía observar como realidad con sus sentidos, no fuese más que una mera ficción.
Como les decía, posteriormente esta idea ha sido adaptada a los nuevos avances tecnológicos, y fue el filósofo sueco Nick Bostrom, que dirige el Instituto del Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford, el que publicó en 2003 un famoso artículo de investigación que llevaba por título «¿Está usted viviendo en una simulación?», que pueden leer en este link. Como muestra de la talla y de la capacidad de influencia de este filósofo, les diré que en 2009 y 2015 la reputada revista Foreign Policy incluyó a Bostrom en su lista de los 100 pensadores globales destacados, y este señor es el que en el artículo anterior aboga por que una civilización «posthumana» con acceso a una gran capacidad de cómputo podría haber decidido realizar simulaciones de sus antepasados en el Universo.
Bostrom coincide con Hawking en la vertiente cosmológica del principio antrópico
Esta teoría aúna fuerzas con el famoso principio antrópico sobre el que Bostrom también ha publicado profusamente, que estando de acuerdo en su vertiente cosmológica con científicos como Stephen Hawking, y evocando fuertes reminiscencias al racionalismo de Descartes, establece que «El mundo es necesariamente como es porque hay seres que se preguntan por qué es así». La conjunción de ambas ideas, que no son mas que Filosofía en estado puro, sienta las bases del matricial tema que tratamos hoy.
Los descubrimientos científicos que han devuelto al racionalismo a la actualidad
Pero, aparte de la cinta de The Matrix, ¿Hay alguna base científica que haya hecho que esta teoría haya vuelto a ser un tema de plena actualidad precisamente ahora?. Sí, la hay. La comunidad científica no puede sino admitir que efectivamente todas las escalas atómicas y subatómicas que vamos descubriendo, tanto las partículas como las ondas, todo en este universo que conocemos, tiene una naturaleza sospechosamente cuántica, y por tanto tiene una unidad mínima cuantificable. Hasta la luz, que se suponía que era una onda pura de espectro visible, está compuesta por unidades indivisibles conocidas como fotones.
Este chocar permanentemente con la existencia de una unidad cuántica o «quantum», unida a la exponencial evolución del mundo virtual traído por internet, ha reavivado los rescoldos que inducen a pensar que en realidad vivimos en la realidad matemáticamente discreta de una simulación digital. En esta realidad, dichos «quantums» inducen a sospechar que suponen tan sólo una unidad equiparable al bit, o cualquiera que sea la futura unidad digital de medida de la informática del «Gran Simulador». Mundos como Second Life no supondrían pues más que una simulación dentro de otra simulación: sin duda un fascinante terreno para plantear la existencia de potenciales inconsistencias espacio-temporales estilo a las de la saga cinematográfica de «Regreso al futuro», pero algo que a la vez nos permitiría contemplar la posibilidad de que a su vez nosotros mismos no somos más que el Second Life de otra realidad de orden superior.
Los avances en Realidad Virtual abren la puerta a pensar en un futuro que simula nuestro presente indistinguible de la realidad
El supuesto perfeccionamiento de la apariencia de la realidad virtual, haría para nuestros sentidos que el mundo en el que vivimos indistinguible de una auténtica realidad. Nada descabellado si ustedes comparan los videojuegos de aquel Atari del los años ochenta con la última novedad de la PlayStation. La puesta en contexto de este post la cerraremos haciéndoles reflexionar sobre el hecho de si la «Hipótesis de la simulación» es una distopía. Teniendo en cuenta que la definición resumida de distopía es que es la descripción de ficción de un futuro poco recomendable, a la vista del tema que les traemos hoy, tal vez ya habría que revisar la definición de la Real Academia de la Lengua, y contemplar en la acepción de este término que además la distopía puede ser un futuro que también se ha podido haber hecho presente.
Las posibles claves socioeconómicas de la «Hipótesis de la simulación»
Sin haber tratado de tomar parte ni a favor ni en contra de los seguidores de la citada «Hipótesis de la simulación», tan sólo les hemos tratado de explicar de forma objetiva en qué premisas se apoyan estas teorías, a fin de que puedan entrever el alcance real de este tema de actualidad cuando lo llevamos al acostumbrado terreno salmón. Debo decirles que estas teorías de la simulación también tienen reputados detractores, a cuyos argumentos un servidor podría añadir cierta tendencia algo generalizada en la conducta humana similar al conocido como «Delirio del Show de Truman», sobre el que pueden leer en este artículo de la revista Vice, y que se identifica por la sensación de creerse permanentemete observado. Esto encajaría con la creencia de vivir en una simulación en la que todos estamos «monitorizados» por ese «Gran Simulador».
Pero hablando de páginas salmón, a buen seguro que alguno de ustedes estará echado ya de menos las claves socioeconómicas que les nombraba al principio de este post, y que se estará preguntando que qué marcianada es ésta que les trae un servidor y que qué tiene que ver con la economía. No se impacienten. Ya llegamos al color del análisis que acostumbramos a traerles. ¿Cuál es la relación de la «Hipótesis de la simulación» con la economía y la socioeconomía? Pues una muy importante. Si efectivamente estamos viviendo en una simulación, no deben olvidar que el objeto de toda simulación es la de reproducir un escenario modificando variables de entorno de forma controlada y observable, y así poder proyectar a futuro cómo evoluciona un sistema.
Si a las características anteriores añadimos que los sistemas complejos son sistemas a los que les afecta una gran cantidad de variables, debido a lo cual resultan tremendamente impredecibles, tenemos el hecho de que la simulación de un sistema complejo adquiere una relevancia esencial. Dicha relevancia no viene sólo de la dificultad de simularlo, sino también por la importancia de poder contar con los valiosos resultados de la simulación, sin poner en riesgo la auténtica realidad con el experimento. ¿Y cuáles son algunos de los sistemas más complejos conocidos por el hombre? Pues en primer lugar la mente humana, el universo, la meteorología… Y cómo no, la economía, en la que influyen infinidad de variables, y de cuya evolución depende nuestro bienestar, nuestra vida, y nuestro progreso como socioeconomía y como especie, bien seamos una especie biológica o sintética.
Pero, suponiendo que todo se tratase de una simulación socioeconómica para mejorar sistemas futuros de una edad post-humana, ¿Qué sentido tendría pues el sufrimiento humano? ¿Las guerras? ¿El hambre? Una buena cuestión, con una lógica respuesta. La psique humana, las formas de actuar de los pueblos, la psicología de masas… todo son variables socioeconómicas de las que siempre les hablo, y que están íntima e intrínsecamente unidas a la evolución de nuestros sistemas económicos. A pesar de ello, este tipo de variables socioeconómicas a menudo no son tenidas en cuenta, unas veces por la extrema dificultad de cuantificarlas y ponderarlas, y otras por menospreciarlas. Pero en una simulación de una civilización más desarrollada que la nuestra, perfectamente podrían haber desarrollado la econometría y el mapa del cerebro humano tanto como para que se pueda contar con este tipo de variables socioeconómicas a la hora de realizar una simulación del sistema…