¿Cuánto cuesta un dólar en Venezuela?
¿Cómo calcularía la conversión de 1 dólar a bolívares en Venezuela? Lo que debería ser una simple operación aritmética, en el país petrolero arroja más de un resultado. A partir del miércoles, Venezuela estrenará un nuevo tipo de cambio de Bs. 6,3 por dólar , mientras convive por tres meses más con una tasa para importaciones de 4,3 unidades y adquiere productos comprados a una ya extinta paridad de Bs. 5,3.
Al margen del precio oficial late un oscuro mercado donde el dólar se vende a lo que esté dispuesto a pagar cada comprador según su premura, y aunque sirve a una porción minoritaria de las importaciones, es cada vez más usado para referenciar la economía venezolana ante la ausencia de otros parámetros.
Las autoridades agitaron a los venezolanos antes de un asueto de carnaval al anunciar una devaluación del bolívar ante la divisa estadounidense del 31,7%, en medio del control cambiario que rige desde hace una década y que obliga a importadores a sortear vallas burocráticas para conseguirla.
«La gente no quería comprar al precio que estaba antes de la devaluación porque les parecía caro, ahora me están reventando el teléfono», dijo un operador del mercado informal, que no pudo dar su nombre por incurrir en ilícitos cambiarios según la ley local que tampoco permite difundir precios paralelos.
La gente busca abastecerse de divisas antes del miércoles por miedo a que el dólar suba apenas abra el mercado como ha ocurrido en otras oportunidades.
El dólar informal, «lechuga verde» o «innombrable» se mantenía en ligera alza el sábado tras la devaluación , en niveles que más que triplicaban los del nuevo tipo de cambio . La demanda se disparó ante la excitación de los compradores.
«Hay que esperar hasta el miércoles a que abra el mercado para saber el nuevo precio. Asumo que con esta devaluación se abrirán los chorros de divisas», agregó el operador.
Si los dólares retornan al mercado, tras una prolongada sequía debido al interés de los inversionistas en liquidar sus abultadas posiciones en divisas acumuladas a la espera de la devaluación , el precio podría ceder.
Pero con un alza del tipo regulado, pocos analistas apuestan a que este mercado con alto contenido especulativo se repliegue. El mejor escenario de los expertos para la economía es que el «benjamín» caiga alrededor de 25%, sí las vías oficiales de venta de divisas se dinamizan.
Distorsiones al alza
Venezuela es una nación sedienta de billetes verdes, vistos como una vía de ahorro y protección frente a la alta inflación y la llave de los muelles en una economía importadora, pese a las enormes restricciones que hay para acceder a ellos.
Shirley Pérez, ejecutiva de comunicaciones de una cervecera transnacional, se enfrentó hace pocas semanas al dilema de calcular el precio de dos carros que debía poner en venta.
Mientras al nuevo tipo de cambio un sedan usado del año 2011 con un precio de Bs. 330.000 tendría un valor referencial de $52.380, en el mercado informal esos mismos bolívares apenas alcanzarían para comprar $16.500.
¿A qué precio debía ofrecer Shirley su sedán, considerando que pretende convertir sus bolívares en dólares? Nadie lo sabe, pues los venezolanos no pueden acudir al mercado oficial para expatriar capitales y en el informal los precios varían diariamente.
Los múltiples tipos de cambios no sólo dificultan la aritmética básica de los precios. Las firmas trasnacionales a menudo tienen problemas para reflejar su contabilidad al anotarla al tipo de cambio oficial, mientras los salarios se abultan de forma ficticia si son expresados en dólares.
Un sueldo profesional de Bs. 15.000 calculado a la paridad de Bs. 6,3 por dólar representaría un salario de $2.380 mensuales. Pero calculado a dólar paralelo, el salario sería de solo $750.
La devaluación , que golpeará los salarios pero aumentará los bolívares que dispone el Gobierno, fue anunciada con un Hugo Chávez ausente, aunque pocos esperaban que las autoridades se atreverían a ejecutar ajustes sin la vocería del elocuente líder, quien lleva dos meses en un lento postoperatorio en Cuba.
Buscando posponer los efectos de la devaluación sobre los precios y el bolsillo de las personas, el Gobierno dijo que durante los próximos tres meses el nuevo tipo de cambio convivirá con el antiguo de Bs. 4,3 para importar la mayoría de los bienes y servicios esenciales.
Muerte anunciada
Las autoridades también dieron el tiro de gracia a un sistema secundario de transacción de divisas que manejaba el Banco Central y donde el dólar costaba Bs. 5,3.
El Sitme , que se convirtió en el último año en un lastre para el Gobierno al alimentarse de deuda con altos cupones de hasta 12,5%, no será sustituido por otro mecanismo, al menos en el corto plazo.
Según Conindustria, la mayor confederación de industriales del país, los productores venían haciendo sus cálculos con 40%-50% de dólares estimados en Bs. 4,3 y otro 20% con divisas a Bs. 5,3 para comprar materias primas.
Para subsidiar el resto de sus importaciones los industriales acuden a medidas desesperadas como la solicitud de cartas de crédito, fondos propios, ayuda de sus casas matrices y en última instancia al dólar paralelo.
Nelson Merentes, presidente del Banco Central, dijo que con la devaluación esperan que el dólar oficial constituya la mayor parte de las compras, como se hacía antes del Sitme .
Pero aun antes del 2010, los importadores se apoyaban en el mercado permuta, manejado por casas de bolsa donde compraban títulos valores para obtener divisas, y que fue eliminado.
Economistas esperaban que se abriera un mercado alternativo a través de la transacción de deuda en la Bolsa de Valores Pública, un corro gubernamental que se estrenó en 2010 ó que el Banco Central instalara mesas de dinero .
«Eso no está previsto», dijo, sin embargo, el ministro de Finanzas, Jorge Giordani, consultado por Reuters sobre la posibilidad de que la Bolsa vendiera títulos en dólares.
Una fuente de alto Gobierno que pidió anonimato agregó que por lo pronto no habrá más anuncios en materia cambiaria.
«Esto fue lo más complejo», señaló, dejando cerrada por ahora la posibilidad de una alternativa cambiaria que garantice que todos los actores tendrán acceso a las anheladas divisas.