Oligopolio de bancos gigantescos
En su nuevo libro «Crashed, how a decade of financial crisis changed the world», el historiador británico Adam Tooze formula dos preguntas a 10 años de la última crisis financiera. ¿Qué aprendimos? ¿Hemos tomado las medidas necesarias?
Para elaborar una respuesta hay que tener en cuenta, dice, hechos de economía, de historia y de política. La lección más básica que dejó la crisis, escribe Tooze, es que la política económica no es una simple cuestión de experiencia técnica sino necesariamente política.
En 2008 el peligro era más grande que en 1929. La clave para que se recuperaran los bancos era recapitalizarlos. Los gobiernos de todo el mundo ofrecieron capital a sus bancos para que no quebraran, una medida antipática tanto para los votantes como para los bancos. En Europa la aceptación de la asistencia a los bancos fue opcional; en Estados Unidos fue compulsiva; las autoridades obligaron a los bancos a tomar dinero del gobierno.
Pero rescatar a los bancos no fue suficiente. Los mercados de bonos e hipotecas también necesitaban apoyo directo. La respuesta fueron los planes de compra de activos conocidos como flexibilización cuantitativa. En Europa generaron una tremenda controversia. Algunos los denunciaron como una forma de guerra de monedas. Pero en 2015 el Banco Central Europeo, obligado por la crisis del euro, tomó medidas similares.
Lo que es claro hoy es que un régimen de tasas de interés ultra bajas y política monetaria laxa, crea ganadores y perdedores…