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Florecen pequeños cines privados en Cuba

El éxito de las salas, con sus estatus legal indefinido, genera un problema al Gobierno, que ha legalizado empresas independientes a pequeña escala en casi 200 áreas

Muchos cubanos están discretamente abriendo salas de cine privadas en las partes traseras de sus cafés o salas de juego, aprovechando las ambigüedades de las reformas económicas recientes y estableciendo una forma de empresa privada que no había sido prevista por las autoridades que dictaron las nuevas leyes.  Los salones de películas 3D y de videojuegos son tan populares que el gobierno no puede ignorarlos. Las autoridades dijeron el domingo que iban a regular esas actividades, generando temores de que el gobierno se apresta a poner fin a esta incipiente forma de empresa privada.  «Todavía no hay una información concreta de que lo vayan a permitir o no. Pero tampoco vinieron para decir que no es permitido. No han dicho nada», expresó el administrador de un salón de video del centro de La Habana que habló a condición de no ser identificado debido al nebuloso estatus legal del negocio. «No se sabe». El presidente Raúl Castro ha legalizado empresas independientes a pequeña escala en casi 200 áreas de la economía desde que asumió el cargo en el 2006, y cuatro años después empezó reformas económicas en un esfuerzo por estimular a la economía cubana. La incipiente apertura ha generado unos 436.000 puestos de empleo, pero en algunos casos llega acompañada de impuestos y normas para regular a un sector privado que comienza a competir con el sector público. Estas salas de cines y de juegos no son mencionadas específicamente en las nuevas leyes. Sus propietarios usualmente son dueños de restaurantes o cantinas que añaden esas nuevas secciones. El órgano del Partido Comunista, Juventud Rebelde, publicó el domingo un artículo de 3.260 palabras sobre las salas de videos según el cual las autoridades están hablando de la necesidad de hacer algo. «¿Qué hacer: prohibir o regular?», preguntó el viceministro de Cultura Fernando Rojas en el artículo. «Creo que se trata de regular, a partir de una premisa fundamental: el cumplimiento por todos y todas de lo que establece la política cultural». El diario dijo que Rojas cree que las salas de video promueven «mucha frivolidad, mediocridad, seudocultura y banalidad, lo que se contrapone a una política que exige que lo que prime en el consumo cultural de los cubanos sea únicamente la calidad». «No obstante, nuestro interés no es limitar estas ofertas, sino lograr que se promuevan, repito, productos culturales de mayor calidad», insistió. La mayoría de las salas de video ofrecen grandes éxitos de Hollywood, como «Star Trek», «La era del hielo» y «Guerra mundial Z». Por la tarde exhiben películas para niños y filmes de horror a la medianoche. Las salas de cine del gobierno cubano generalmente ofrecen películas más de tipo intelectual en teatros mal mantenidos. En las salas de La Habana, por ejemplo, un filme que se está exhibiendo actualmente es «La llave de Sarah», una película francesa del 2010 sobre el Holocausto judío. El éxito de las salas privadas, con sus estatus legal indefinido, genera un problema a las autoridades, que tratan de mejorar las condiciones del cubano común autorizando algunas formas de iniciativa privada, pero protegiendo al mismo tiempo las empresas del Estado. Las salas de cine emplean cada vez más gente y ofrecen espectáculos que compiten exitosamente con los cines estatales. «En el gobierno están seguramente los que quieren más inversión privada y mejor servicio al consumidor y los que representan los intereses y las industrias tradicionales», comentó Richard Feinberg, miembro de la Brookings Institution que estudia la iniciativa privada en Cuba. «Es una competencia fascinante, que determinará el futuro de Cuba», agregó. Algunas salas solo tienen un televisor, una consola de DVD, un puñado de anteojos de 3D y aproximadamente una docena de sillas en la cochera o la sala de estar de una casa de familia. Otras, como la que visitaron Arce y Pérez, están diseñadas por profesionales. Aixa Suárez, ex agente de compras de una empresa estatal, dijo que un televisor LG 3D de 140 centímetros (55 pulgadas) y una consola de juegos Xbox que le compró su hermano en Florida le permiten mantener a su madre, su padre y sus hijos de 16 y 9 años. A los adolescentes les cobra entre uno y dos dólares, dependiendo de la hora, para que usen los videojuegos o vean una película en su casa. Esos ingresos superan los 45 dólares al mes que percibía como salario estatal. Pero más importante que los ingresos es la sensación de independencia que tiene, indicó. «No tengo jefe. Soy la jefa», dijo Suárez. «No tengo un horario estricto. Para mí la mayor ventaja es esa. Eso es suficiente». En la sala de cine más moderna hay equipo por valor de 100.000 dólares, traído por viajeros procedentes de Canadá, donde vive el propietario del sitio, un cubano emigrado, según el administrador, quien no quiso dar más detalles ante la posibilidad de que el gobierno decrete ilegales estas actividades. Las entradas para ver películas son de cuatro dólares, que incluyen una bebida y palomitas de maíz. Los ocho empleados reciben un porcentaje de las ganancias. Se calcula que tomará tres años recuperar la inversión. El empleado Junior Armenteros, de 26 años, dijo que dejó la universidad cuando le faltaba un año para recibirse en tecnología de la información. No conseguía trabajos interesantes hasta que fue contratado por la sala de cine, donde discute con los otros empleados sobre temas de interés común, como las computadoras, los videojuegos y los teléfonos celulares. «Hay otros salones de cine 3D pero sin la calidad de estos salones», comentó. «Este negocio es pionero».



  • Ver original en El Mundo Economia y Negocios
  • Publicado el jueves octubre 31, 2013
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