Cuando el cajero no está a la vuelta de la esquina – deGerencia.com
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Cuando el cajero no está a la vuelta de la esquina

Los últimos 100 kilómetros del Camino de Santiago por la Vía de la Plata están reconocidos entre los más espectaculares, incluida la etapa que arranca en el Castro de Dozón para dirigirse hasta Lalín, a 17 kilómetros. Una peregrinación que no es exclusiva de los viajerios, sino a la que también se ven obligados los vecinos de la localidad pontevedresa de Dozón si quieren hacer cualquier gestión bancaria. Dozón es uno de los muchos municipios de Galicia en los que no hay ninguna entidad, ni tan siquiera un cajero al que recurrir ante la falta de efectivo. Una situación a la que los vecinos ya se han acostumbrado, pero que complica el día a día para los negocios de la zona.

Algunos de ellos con facturaciones que superan los 50 millones de euros anuales ya que pese a su pequeña extensión, es el de menor tamaño de la comarca del Deza -no llega a los 2.000 habitantes-, tiene un peso importante en el sector avícola y porcino. «Hay pueblos más pequeños que este con una sucursal», asegura el alcalde, Adolfo Campos Panadeiros.

Adolfo Campos panadeiros, alcalde de Dozón- MIGUEL MUÑIZ

«Iban a forzar el tema y al menos proporcionarnos un cajero, es una negociación que llevamos tiempo manteniendo… Pero no tiró la toalla, pelearé»

Pero lo cierto es que la situación de los vecinos de Dozón no es un caso ni mucho menos aislado. España afrontó la crisis financiera con el mayor ratio de Europa de oficinas bancarias por habitante y, aunque la dimensión del ajuste de nuestro sistema no tiene parangón entre nuestros socios, el proceso de adelgazamiento sigue aún en marcha. Según los datos del BCE, a cierre de 2015, en España hay 6,7 sucursales por cada 10.000 ciudadanos, frente a las 5,6 de Francia, 5,4 en Portugal, 5 en Italia, 4,2 en Alemania, 1,7 en Reino Unido y 1 oficina para cada 10.000 habitantes en Holanda.

Y esto pese a que, según los últimos datos del Banco de España, en nuestro país se han cerrado casi 13.000 oficinas bancarias desde 2010, pasando de las 43.267 existentes a finales de aquel año a las 30.359 del pasado mes de junio. Este proceso de cierre, además, ha ido ganando velocidad con el tiempo. Solo en el segundo trimestre del año las entidades han cerrado 494 sucursales. Y es que aunque la banca española, centrada en el negocio minorista, requiere de una red más densa que la de sus colegas europeos, muchos de ellos centrados en el negocio de banca de inversión, la caída de la rentabilidad, la sequía de crédito y el imparable avance de la digitalización han arrinconado a las sucursales, cada vez menos utilizada, y puesto en jaque su permanencia.

Los bancos, sin embargo, aseguran que este proceso no solo responde a una necesidad de reducir sus costes, sino también a una demanda de los clientes, que cada vez optan más por los canales digitales y menos por la visita a la oficina. Pero lo cierto es que este patrón es difícil de encontrar en poblaciones como Dozón, en las que el manejo de internet no es tan habitual como en las grandes ciudades. Es aquí donde el riesgo de exclusión financiera se dispara.

Basta una charla con los vecinos de Dozón para palpar su malestar. El regidor del pueblo es el primero en lamentar que los bancos estén inmersos en una espiral de cierre de oficinas, «más cuando nosotros queremos que abran una, o al menos nos pongan un cajero para urgencias». Con todo, en su conversación con ABC asegura que «no doy la batalla por perdida, sigo intentando convencer a Abanca».

María José Caseiro, funcionaria- MIGUEL MUÑIZ

«Mucha gente que viene por aquí pregunta dónde hay un banco cerca. Sería importante al menos poder disponer de un cajero»
En viaje a las localidades más cercanas, Lalín o Rodeiro, forma parte del día a día de los vecinos, tal y como cuenta María José Caseiro Cangado, funcionaria del Ayuntamiento. «La gente suele pagar con tarjeta, pero para los gastos ordinarios en mi caso aprovecho al pasar por Rodeiro para sacar dinero. No queda otra», señala. En su misma situación están Sofía Fernández, Mariluz Rodríguez y Mariluz Mariño, que acentúan especialmente la pérdida de tiempo que supone ir hasta Lalín para cualquier operación bancaria y «eso cuando no te cae algún imprevisto».

Sin embargo, los negocios de la zona coinciden en que se han acostumbrado a no tener un banco cerca. Sonia Rodríguez, la hija del propietario del Bar Cantón, es además concejal en el Ayuntamiento y lamenta que una zona de especial tránsito de peregrinos no disponga de un cajero. Cuenta que en más de una ocasión se ha encontrado con turistas que querían tomarse un café y no tenían efectivo. «Les cobramos con tarjeta, pero supone un gasto adicional para nosotros», dice. Por suerte vive en Lalín y aprovecha para hacer todas las operaciones a primera hora de la mañana o si no por la noche.

Fernando Gutiérrez, trabajador de Repsol- MIGUEL MUÑIZ

«Para los vecinos es un inconveniente y también para los peregrinos porque no hay donde sacar dinero, nos ahorraría tiempo una sucursal en la zona»
El caso de la farmacéutica, Isabel Álvarez, es más complicado por la cantidad de dinero que se puede llegar a manejar, «es hasta peligroso», admite. «Yo procuro tener el efectivo necesario, pero tampoco de más para evitar problemas», reconoce, para afirmar que «no queda más remedio».

-¿Un cajero por aquí cerca?

-Cerca. Sí [risas] a 17 kilómetros tiene el más cercano, mejor coja el coche.

Es la contestación de un vecino desde la otra acera y ante la pregunta de este periódico. En la terraza del bar Fraga toman el desayuno María Crespo Martínez, de Logroño; Jaime Deulosal, de Mallorca; y Covadonga Barreiro, de Asturias, peregrinos y amigos. «En estas poblaciones tan pequeñas es difícil encontrar cajeros con lo que yo voy preparada», explica María. Convadonga se reconoce previsora y confiesa que «llevo bastante dinero encima, sí, a veces no te puedes quedar en albergues y tienes que recurrir a establecimientos privados». Las dos reconocen que es «peligroso» porque pueden robarte, pero justifican que «Dozón no es el único municipio que no cuenta con una entidad bancaria y a veces recorremos muchos kilómetros sin pasar por una». Jaime cree que en poblaciones tan pequeñas a los bancos no les compensa abrir sucursales: «Para ellos no es negocio».

Isabel Álvarez, farmacéutica- MIGUEL MUÑIZ

«Yo procuro tener el efectivo necesario, pero no más porque es peligroso. La caja la ingreso en el banco de Lalín a diario»
Un proceso gradual
Aunque las molestias de la falta de una oficina bancaria son notorias para los clientes, generalmente de zonas rurales y de mayor edad, los expertos financieros rompen una lanza en favor de los bancos y por cómo están gestionando esta transición. En opinión de Francisco Uría, socio del sector financiero de KPMG, «las entidades de crédito están haciendo un proceso de ajuste mucho más gradual que otros sectores y están siendo muy cuidadosas con no desatender las necesidades de sus clientes. Y no se trata de altruismo, es una cuestión de negocio. Solo hay que pensar, por ejemplo, en las aerolíneas. Ahora hay que imprimir las tarjetas de embarque en casa y muchas veces hasta los identificadores del equipaje. Y las compañías no te dan más opciones».

María, Jaime y Covadonga, peregrinos- MIGUEL MUÑIZ

«Cuando haces el camino sabes que en estas poblaciones tan pequeñas es difícil encontrar cajeros. Debes llevar efectivo para un agua o un café»
«Las entidades son las primeras interesadas en no perder a sus clientes y darles un buen servicio. Pero la banca también tiene que responder a la nueva demanda de la sociedad, que cada vez pide más un servicio digital», explica José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB).



  • Ver original en Diario ABC
  • Publicado el martes octubre 4, 2016
  • Noticia local de España


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