Las opas del capital riesgo hacen temblar al mercado
os años ochenta despiertan nostalgia. No solo las hombreras, los cardados, las primeras películas de Almodóvar o la movida madrileña. También el nacimiento de las finanzas en mayúsculas hace a los yuppies de la época rebuscar en el baúl de los recuerdos.
Auspiciada por la política liberal y desregularizadora de Ronald Reagan, Wall Street vio cómo su Bolsa se consolidaba como gran referente mundial, nacía el boom de los fondos de inversión y el capital riesgo y bancos como Goldman Sachs, Lehman Brothers o JP Morgan eran el destino soñado de cualquier estudiante de finanzas de todo el mundo. Una era que, antes del furor por las series de televisión, ya fue retratada en Barbarians at the gate. Esta producción de HBO llegó décadas antes que Juego de tronos pero también refleja una cruenta guerra. En este caso, una guerra de opas. El ganador fue KKR, que se hizo por más de 30.000 millones de dólares con el gigante de la distribución RJR Nabisco, dueño de Oreo, Winston o Camel. Pocos años después, la empresa entró en quiebra.
Aunque muchos echen de menos los bárbaros años ochenta, lo cierto es que el mercado actual, como si por una querencia vintage se tratase, comparte una característica con el de entonces. Por tercera vez en la historia –después de los meses previos a la caída de Lehman Brothers y precisamente durante la guerra por RJR Nabisco– las compañías no cotizadas son más caras que las que sí están en Bolsa.
Habitualmente, los inversores que quieren comprar una empresa pagan una prima si estas cotizan. El mercado considera que la liquidez, transparencia y acceso a un mayor número de inversores que proporciona la Bolsa son características lo suficientemente atractivas para rascarse un poco el bolsillo. La métrica para valorar si una compañía está cara o barata es dividir el precio al que ha sido adquirida por el ebitda registrado. Se considera que una empresa que cotiza en Bolsa vale entre uno o dos puntos más que una que no lo hace en este cálculo de precio sobre ebitda. Una desviación de este guion no suele augurar nada bueno.
En los años noventa, en plena burbuja de las puntocom, el mercado vivió una situación opuesta a la de hoy. El despegue entonces de la renta variable provocó que decenas de empresas decidiesen empezar a cotizar, protagonizando salidas a Bolsa casi diarias. Ningún fondo de capital riesgo –que habían engrosado sus carteras con la fiebre de los ochenta y el nacimiento de la financiación de empresas tecnológicas a través de un incipiente venture capital– se planteaba otra salida que no fuese un debut en el mercado. Hoy, el volumen de salidas a Bolsa se ha hundido y lo frecuente son opas de fondos de capital riesgo sobre compañías cotizadas.
«No es ninguna sorpresa señalar que la proliferación de ventas entre fondos apunta a que el ciclo económico está en su fase madura. El mercado ha decidido que aquellas compañías con más valor deben estar en manos del capital riesgo. Simplificando, esto puede provocar que las compañías con más generación de caja sean no cotizadas. La Bolsa se quedará con las empresas que deban cotizar por razones regulatorias (como bancos o aseguradoras) o que no se puedan endeudar más (tecnológicas o biotech)», indica el último informe sobre capital riesgo publicado por la consultora Bain&Company, de especial referencia en el sector, que analiza ampliamente este fenómeno.
Parece que en lugar de pagar más por los beneficios de ser cotizada, la necesidad de contratar a un ejército de bancos de inversión que lleven a cabo una salida a Bolsa o elaborar informes financieros trimestrales entrañan un gasto que se debe reflejar en la valoración. «Las firmas de inversión están aprovechando la volatilidad del mercado como una oportunidad, pese a que los problemas por desinvertir sus participadas en Bolsa entraña también un riesgo en sí mismo. Los inversores han vuelto la mirada a la Bolsa, dado que la volatilidad de los mercados está infravalorando a las cotizadas e incrementando las oportunidades para los fondos», indica el informe sobre private equity en 2019 elaborado por PwC para Mergemarkets.
España no es ajena a este fenómeno. En 2019 aún ninguna compañía se ha atrevido a debutar en el mercado continuo, mientras que en 2018 solo lo hicieron Metrovacesa, Árima y Solarpack. Mientras, KKR se ha hecho con el 60% de Telepizza y espera sacarla de Bolsa en el próximo mes. La misma intención que tiene Investindustrial con Natra y EQT con Parques Reunidos. Fuentes financieras indican que este interés no cesará y que varios fondos preparan opas de exclusión sobre algunas empresas de la Bolsa de cierto tamaño…