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Una historia del pasado para nuestro presente

Esta historia cuenta, que al principio de los “nuevos tiempos” de la moneda; por allá en los siglos VI o VII antes de nuestra era y en algún poblado de Asia Menor (hoy Turquía) un viejo mercader se maravilló con el potencial que poseía al dejar atrás el intercambio tradicional para dar paso al manejo de monedas de oro y plata. Productos como su seda china, o sus especias de la india le permitirían utilidades cuantiosas con la reventa. Era tal el éxito de este nuevo fenómeno comercial, que en muy poco tiempo y favorecido por la motivación, por su dedicación y concentración en el objetivo de hacer crecer su negocio, el volumen de transacciones y utilidades se incrementaron hasta alcanzar el límite humano de la capacidad. Reconoció así, que requeriría de trabajadores que ayudaran con su dinámica de negocios y procedió a contratarlos. Tomó los puntos más importantes de su experiencia personal, y los convirtió en los sobrenombres de sus nuevos colaboradores, al primero lo apodó Dedicación, al segundo Calidad, al tercero Honestidad, al cuarto Responsabilidad y al quinto Excelencia. Con unas buenas monedas invertidas en su personal, la estrategia de crecimiento generando empleo y apoyando el desarrollo de su región estaba garantizada. En poco tiempo y con cinco personas bajo su liderazgo, el viejo mercader y sus productos gozaban de gran fama en todo el viejo mundo.

Preferían negociar en su tienda antes que en cualquier otra porque sus precios eran los más competitivos del mercado y la calidad de sus productos ¡impecable! Pero si había algo que hacía que sus clientes regresaran una y otra vez, era el nivel de atención y buen servicio que el viejo mercader y sus cinco colaboradores garantizaban a cuanta persona los visitara.

En estos tiempos, grandes conquistas se daban paso, esta pequeña empresa decidió tomar el modelo de los conquistadores de la época y establecer así sus primeras sucursales en otras comarcas. Un idea fantástica que para este viejo mercader, lanzaría el éxito de su negocio “hasta las nubes”. Decidió crear cinco nuevas sedes, una para cada trabajador. Les dio la posibilidad de “gerenciar” con autonomía e impulsar el crecimiento de los nuevos negocios con el compromiso enorme de replicar su gestión bajo los siguientes preceptos: 1) Rentabiliza el negocio, 2) Sirve y bien a todos tus clientes, 3) Asegura siempre el mejor precio, 4) Recluta a un colaborador y como último gran punto 5) Honra tu sobrenombre.

Mientras la primera transnacional de comercio seguía su expansión, el viejo mercader llamó a sus gerentes para la primera reunión de rendición de cuentas. Sentados alrededor del viejo mercader con enormes bolsas de monedas y algunos obsequios; cada uno de los presentes dio inicio a sus informes. Todos y cada uno de sus gerentes hacían gala de los buenos resultados haciendo énfasis en la satisfacción punto a punto de lo encomendado. Los resultados eran magníficos, las arcas de esta gran empresa rebosaban de utilidades, así que, con la venia y mirada atenta del viejo mercader se dio paso al festín y al desborde de alegría.

Entrada la noche, el viejo mercader requirió de un momento de silencio para dar paso a un gran anuncio: “Han realizado ustedes un trabajo magnífico y ha llegado el momento de premiarlos, compartiré con ustedes mis ganancias”. Un aplauso ensordecedor retumbó en el recinto, la algarabía y los rostros satisfechos adornaban el ambiente gracias a la buena fortuna y la bondad infinita del viejo.

!Pero esto no es todo! – Exclamó el viejo mercader pidiendo silencio -. “En seis meses, tendremos nuevamente nuestra reunión así que estaré muy complacido de ver una vez más sus maravillosos resultados”. Concluido el festín, Dedicación, Calidad, Honestidad, Responsabilidad y Excelencia retornaron con dicha a sus lugares de trabajo.

Los cinco gerentes, muy pensativos sobre lo acontecido, diseñaron sus nuevas estrategias para implementar al interior de los negocios, cambios sutiles pero efectivos que estaban seguros arrojarían los mejores resultados en los seis meses que restaban para el gran evento. Pasado el tiempo y días antes del gran encuentro, el viejo mercader envió mensajeros a las comarcas, cada mensajero portaba un muy bello papiro que contenía el siguiente mensaje: “Saludos, como es bien sabido, estamos próximos a la fecha de nuestro encuentro, para esta ocasión su presencia no será requerida, mas sí la de su gran colaborador”.

Confundidos, los cinco gerentes no tuvieron más remedio que enviar a sus colaboradores con los presentes para el viejo mercader y por supuesto, con las utilidades y resultados que sus negocios arrojaron durante este tiempo. Llegó finalmente el tan esperado encuentro, ingresó el viejo mercader al recinto y de inmediato los colaboradores se dieron paso a entregarle los presentes y los montones de bolsas que contenían una gran fortuna en oro y plata. El viejo, dio las gracias a cada uno y les preguntó: “¿Cómo se llaman?, cada uno de los presentes respondió con su propio nombre. El viejo una vez más se dirigió a ellos consultándoles: ¿Qué han aprendido de sus mentores? Un silencio absoluto imperaba en la sala. El viejo de nuevo preguntó ¿Acaso no aprendieron nada en todo este tiempo? Y nuevamente el silencio reinó. El viejo mercader, muy desmotivado dio una vez más las gracias a los presentes y procedió a finalizar la reunión no sin antes asignarles a ellos un sobrenombre, los llamó “reflejo”. Mientras ordenaba el regreso de los presentes a sus respectivas comarcas le envió un mensaje a cada uno de sus cinco gerentes.

El mensaje del viejo decía: “Mis amigos, los resultados económicos han satisfecho una vez más y con creces el primer mandato (espero este gran resultado no estuviere motivado por aguardar mejor recompensa que en el encuentro anterior), los resultados de la primera encomienda muestran que los preceptos dos y tres están satisfechos, vi que cada uno de ustedes envió a su recluta, así que el cuarto mandato lo damos por satisfecho. Con respecto al quinto mandato, sí, el de honrar tu sobrenombre no es objetivo cumplido. Puede que en nuestra organización tengamos Dedicación, Calidad, Honestidad, Responsabilidad y Excelencia, pero si estos valores, que son la representación misma de nuestra historia, de nuestra filosofía, no los ponemos también al servicio de nuestro personal, jamás tendremos colaboradores que los representen o que lo enseñen a otros creando y forjando nuestra cultura. Creceremos sí, pero sin sostenibilidad. Será un crecimiento vacío, ya que en tiempos de necesidad nuestra gente no se rasgará sus vestiduras en defensa de esta empresa, jamás se esforzará más de lo debido porque lo único que cada uno tuvo como experiencia fue nada más que un trabajo que le permitió “ganarse el pan” y eso se puede lograr en cualquier parte. Si deseamos personas realmente comprometidas, que nos aprecien como organización, debemos enseñarles con el ejemplo y con buenas lecciones que “ser” es tan importante como “producir”, que “servir” es tan importante como “ganar” o que “reconocer” es tan importante como “crecer”. Recuerden que los guerreros defienden su honor, el de su patria o el de su familia porque allí aprendieron valores, si queremos grandes guerreros en esta empresa ya sabemos que es lo que deben aprender sus reflejos.”

Que tengan un gran día de reflexiones,

Wilman Roa

El conferencista Internacional colombiano tiene estudios superiores en Psicología, Administración y Manejo de Recursos Humanos, Estrategias Gerenciales, Docencia Universitaria, Educación basada en E-Learning, Programación Neurolingüística PNL, Cambio y Desarrollo Organizacional, Integración de Equipos de Trabajo, Administración del Tiempo, Comunicación Humana, Habilidades Empresariales, Inteligencia Emocional, Técnicas de Negociación, Relaciones Humanas, entre...

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2 comentarios sobre “Una historia del pasado para nuestro presente

  • el marzo 8, 2018 a las 5:56 pm
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    Leí detenidamente este artículo. Me gusto el contenido y la analogía del autor. Trabajo como líder de una organización ofreciendo asesoría, desarrollo de competencias y habilidades para los empleados, desarrollo organizacional, desarrollo gerencial, etcétera. En este contexto, me ha sido complejo generar cultura de Excelencia en cada una de unidades de negocio, tomando como plataforma los valores organizacionales para generar experiencias positivas en los clientes. Su artículo será para un servidor un excelente insumos para compartir en mi apostolado. Gracias.
    Sergio

  • el marzo 8, 2018 a las 5:56 pm
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    La analogía de este artículo esta espectacular, considero que a veces los valores en las empresas quedan solo en las carteleras porque no nos preocupamos por seguirlas y lo que es mejor irradiarlas. Excelente artículo

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