El poder de la educación en el hogar – deGerencia.com

El poder de la educación en el hogar

“Si trabajamos en el mármol, perecerá;
si trabajamos en bronce,
el tiempo lo borrará;
si edificamos templos,
el tiempo los reducirá a polvo;
pero si trabajamos en mentes inmortales,
si las llenamos con principios,
con el justo temor de Dios y el amor hacia nuestros semejantes,
habremos grabado en esas tablas algo que brillará por toda
la eternidad\»
. – Daniel Webster

La educación recibida en el hogar es esencial e insustituible para crear las bases para el desempeño en familia, en el trabajo en las organizaciones (empresas / instituciones) y como ciudadano de una república. Ningún aprendizaje es tan definidor, habilitante y empoderador; o por el contrario, deshabilitante, desempoderador y castrante, para la vida en cualquier esfera de desempeño de ella, como el obtenido a través de la experiencia de ser familia, como la formación y aprendizajes forjados en el seno del hogar. Y es que la vida en familia es la experiencia más definitoria e influyente en la vida de un individuo, por encima de otras influencias de cualquier institución o grupo social. La familia deja su huella indeleble en la vida y esencia de todo individuo. La sanidad y funcionalidad o la insanidad y disfuncionalidad, el desempeño productivo y efectivo o no, la conciencia de las necesidades propias o el alienamiento de ellas, el enamoramiento de la patria y de los principios democráticos o no, el respeto y consideración por el otro o la intolerancia y el irrespeto por el otro, entro algunos de los aspectos de la vida del ser humano, tienen que ver con lo vivido y aprendido en el laboratorio familiar.

El hogar es la primera esfera del gobierno de una república.

El poder de una nación reside en la institución de la familia. El hogar es la primera esfera del gobierno de una república. Es en el hogar, donde el auto – gobierno es desarrollado y practicado, porque es en el seno de la familia donde se forma el carácter del ser humano; su ética, sus valores, su sentido de responsabilidad, su apego a los valores ciudadanos, su compromiso con los ideales democráticos. En el hogar aprendemos a ser ciudadanos de primero o ciudadanos de segunda.

La verdadera moral y cívica, la que se forja de adentro hacia afuera; no la que se forma de afuera hacia adentro, producto de la observancia externa y el temor al rigor de las leyes, se forja en el seno del hogar. La escuela, la iglesia, el estado y la comunidad refuerzan este proceso, pero no pueden ser un sustituto de lo que sólo el hogar puede proveer.

El hogar es el centro de formación, por excelencia, de los seres humanos.

Ni la escuela, ni la universidad, ni ningún otro centro educativo pueden sustituir la riqueza, potencialidad y versatilidad que proporciona la vida en familia. La educación académica (escuela, universidad, etc.) aporta los elementos técnicos y de cultura general, en términos de teorías, modelos y métodos, necesarios para el desempeño en el trabajo en nuestras organizaciones, y para múltiples orientaciones en la vida. Otras instancias de la sociedad, como los medios de comunicación y el estado, actúan como complemento de peso importante en el proceso formativo de los futuros ciudadanos; pero es la dinámica de la vida familiar la que deja la huella – la impronta – gravada a presión, con caracteres indelebles, en los individuos, a través de mapas, modelos, actitudes y comportamientos observados y vivenciados, aprendidos y codificados a lo largo de la vida en familia.

Los padres son los maestros naturales por excelencia y el hogar es la escuela primal por naturaleza para formar personas funcionales, responsables de sí mismas, conscientes de sus necesidades y de las del otro (cuando la familia camina en forma sana y funcional), en las dos acepciones del término: como contexto natural y original y como el ambiente más fundamental y definitorio. Este rol no puede ser, pues, delegado a otros actores e instituciones; no está sujeto a outsourcing; le queda grande a las domesticas, a parientes cercanos, al estado, o a cualquier centro educativo. No hay lugar como el hogar para la formación del ser humano. Esto es así porque como lo dice Manuel Barroso:”Una persona no puede vivir ni crecer sino dentro de sus contextos de crecimiento que son los laboratorios naturales de aprendizaje”. El hogar es el laboratorio natural en el que los seres humanos pueden ser formados para la vida, la convivencia – tolerancia, el ejercicio ciudadano, la responsabilidad, la disciplina para el trabajo, la vida productiva, el respeto por el otro, el amor por su nación, etc.

El hogar representa el contexto primario donde las personas aprenden a ser efectivos; donde los futuros ciudadanos aprenden las competencias comunicacionales, perceptivas, cognitivas, emocionales, conductuales y organizacionales que los hacen productivos, exitosos y comprometidos. Es también en el hogar donde se aprenden los procesos esenciales para el desarrollo y el crecimiento como individuo y de la vida relacional. Esto es así porque la familia aporta más que instrucción; la familia aporta formación y educación; edifica valores fundamentales y forma el carácter de los individuos.

Educar es formar el carácter

Si concluimos que el principal objetivo de todo proceso educativo es el carácter, entonces, nadie mejor que la familia puede cumplir este rol educativo. Al respecto vale la pena mencionar la definición que utiliza Noab Webster sobre lo que es educación. En su diccionario original de 1628 establece que el proceso educativo debe contener como mínimo cuatro metas: “La educación comprende toda serie de instrucción y disciplina que intenta: 1) Instruir el entendimiento, 2) corregir el temperamento, 3) formar las maneras y hábitos de los niños, y 4) formarlos para ser útiles en situaciones futuras”. Podemos ver, a través de ésta definición, que educación tiene que ver principalmente con el hombre interior – cuyo carácter está siendo formado. La personalidad, pues, del individuo es modelada mayormente en el contexto de la familia. Es en el núcleo familiar donde se aprenden las definiciones personales, la forma de contactar con otros, el manejo de las diferencias, las actitudes y comportamientos de efectividad y los mapas de éxito.

Responsabilidad de los padres en el proceso educativo de los hijos

Los padres necesitan, entonces, conseguirse el tiempo para educar – formar y entrenar personalmente a sus hijos. De lo contrario, es difícil perpetuar un sistema de gobierno y vida que garantice la continuidad democrática, el ejercicio responsable y comprometido de una ciudadanía, el amor a la patria, el respeto y la honra a otros, la convivencia pacífica y la valoración de la familia como institución fundamental para el desarrollo saludable de una nación; así como las competencias básicas para el éxito personal, laboral y familiar, tales como: la capacidad para manejar conflictos y negociar, la habilidad para reconocer y manejar diferencias, la habilidad para comunicarme asertivamente con otros; así como el definir y respetar limites en las relaciones, solucionar problemas, tomar decisiones en forma efectiva, actuar con disciplina y responsabilidad, cumplir compromisos, etc.

Si por negligencia u omisión usted como padre no asume su rol como formador – educador de sus hijos, no se preocupe alguien más lo va a hacer por usted (el estado, los medios de comunicación, la domestica, los vecinos, o cualquier otro), pero seguramente sin considerar los mejores intereses de sus hijos, ni con el cuidado con que sólo usted puede hacerlo. La tarea de educar y formar a los hijos no puede ser delegada al estado, los medios de comunicación, ni a ninguna otra institución, porque de lo que estamos hablando es de la formación del carácter de las personas, sus valores, las normas y reglas básicas para funcionar como ciudadano y como familia, y su sentido de propósito y significado.

Educar a unos hijos es una responsabilidad indelegable; los padres necesitan involucrarse más afondo en este proceso, tanto en el hogar como en la escuela. Es anti ecológico y viola las leyes naturales propias del desarrollo y aprendizaje del ser humano, delegar la educación de éste (carácter, valores, ética, etc.) en otras instancias diferentes a la familia. También es anti ecológico (contra natura) que alguna institución como el Estado, se abrogue el derecho de educar a los hijos de una nación, en lugar de sus padres.

El hogar: semillero de las futuras generaciones de ciudadanos responsables y comprometidos con su nación.

El hogar es la institución principal para la capacitación de las futuras generaciones, para formar la conciencia de los futuros ciudadanos de una república. Dice al respecto Daniel Wesbster: “El hogar es la primera de las escuelas y el mejor aula para la enseñanza, allá el corazón cooperará con la mente, los afectos con los poderes de la reflexión”. Agrega a su vez Lidia Sigourney:”La fuerza de una nación, especialmente una nación republicana, radica en la inteligencia y el orden de los hogares de un pueblo”. Existe, pues, una relación directamente proporcional, entre la calidad de gestión y el compromiso de los gobernantes de turno con principios democráticos y morales, con la educación recibida en el hogar.

¿Hasta dónde llega la participación de los padres en el proceso educativo de los padres?

Abarca además de la formación del carácter, valores y actitudes, una participación protagónica en el proceso de instrucción y aprendizaje para lograr una formación que le posibilite a sus hijos un desempeño eficaz en un oficio (aspectos académicos y vocacionales de sus hijos).

Aun cuando la escuela juega un rol estelar en este sentido, los padres necesitan involucrarse a fondo en el proceso. En relación con la escuela acota Gerver Torres, en su libro Un Sueño para Venezuela: “Los padres venezolanos (de todo el mundo, las cursivas son mías) tenemos que involucrarnos mucho más a fondo en la educación de nuestros hijos. La participación que tenemos hoy es muy pobre y limitada. En algunos casos se produce un tipo de participación de los padres y representantes en las actividades de la escuela, pero muy centrada en tareas de apoyo logístico o financiero… rifas, ferias, verbenas y operativos de limpieza, son el tipo de actividades en que solemos participar los padres y representantes y generalmente, este es también el tipo de contribución que la escuela demanda de nosotros”. Agrega el autor: “Nuestra participación – como padres y representantes – debe extenderse a los aspectos pedagógicos de la escuela. Debemos estar informados sobre los contenidos, programas y prácticas de enseñanza; conocer las metodologías que utilizan los maestros y profesores, involucrarnos en la organización interna de la escuela”.

La educación familiar y la realidad de la familia Latinoamericana

Dado la complejidad del entorno actual (problemas económicos, sociales y políticos), la familia necesita subir el nivel de respuesta a las demandas que el entorno impone, para así proveer una educación que, por una parte, prepare a las personas para enfrentar estas realidades; y por la otra, preserve la continuidad de los sistemas democráticos; sistemas justos, que generen cultura de honra; sistemas de progreso; que forme ciudadanos bajo principios de convivencia, honra y respeto.

Ahora, en muchos países (ejemplo Latinoamérica), la familia, en general, no está subiendo el nivel de respuesta que se requiere para asumir esta responsabilidad, esto debido a que la familia está en crisis y en estado de deterioro como institución. Fenómenos como el divorcio, el abandono, la violencia doméstica, etc., se han convertido en algo común. El grado de disfuncionalidad familiar de la sociedad moderna en nuestros países es alarmante.

Esta problemática compromete las posibilidades de desarrollo y perdurabilidad de los sistemas democráticos de estos países. Y esto por una razón: la educación es la cura contra la tiranía y los regímenes totalitarios. Consecuentemente, la tiranía es el resultado de la ignorancia. Al respecto afirmaba Benjamín Franklin:”Una nación de hombres bien informados, quienes han sido enseñados a conocer y premiar los derechos que Dios les ha dado, no pueden ser esclavos. Es en el área de la ignorancia donde empieza la tiranía”. Ciudadanos alienados, sin arraigo e identidad en una familia, sin desarrollo de carácter y sin formación ciudadana son caldo de cultivo para que proliferen los regímenes dictatoriales y tiránicos.

Reflexión final

Los padres necesitan asumir responsablemente su rol como educador y formador de sus hijos. Esta tarea implica como lo expresa Manuel Barroso: “Sacar de la interioridad orgánica y emocional del hijo, la persona que está contenida… Formar es modelar para la vida: aprecio, y valoración propia, determinación, confianza en sí mismo, foco, coraje, valores y principios, excelencia y calidad, estilo de vida”. Y agrega el mismo autor:”Formar a un hijo es darle información y herramientas para que aprenda el arte de vivir, una vida productiva, con competencias personales y familia, para enfrentar a las sorpresas de la vida: aciertos y equivocaciones, virtudes y defectos, siendo responsable de su propia vida”.

Los padres, como parte de su rol de educadores – formadores, son responsables de proveer estructuras, orden y límites en el contexto de la familia. Esto incluye: una experiencia plena de ser familiar (experienciarse como familia), que le de a los hijos un sentido de arraigo, identidad, vinculación, pertenencia y ubicación; principios y valores rectores acordados, comprometidos y practicados por el núcleo familiar; tiempo familiar de calidad; y la construcción de una hermosa cultura familiar (el espíritu de la familia, el clima o atmósfera del hogar, su carácter, la profundidad y la calidad y madurez de las relaciones, en otras palabras, la mentalidad de nosotros).

Educar implica además presencia en el hogar, a través del contacto nutritivo, que informa, tutorea, instruye, moldea, capacita, habilita y afirma; además de modelar. Concluye Manuel Barroso:”Como educadores los padres tocan lo esencial, lo medular, lo intimo de las personas: mapas, valores, creencias, respeto por sí mismo, por el otro, por la vida, por las instituciones, por las leyes”.

Bibliografía:

1. Barroso Manuel, Ser Familia, Editorial Galac, 2006
2. McDowell Stephen, Mark G, Beliles A (1992), Principios Bíblicos para la Reforma de las Naciones.
3. Torres Gerber, Un sueño para Venezuela.

Arnoldo Arana

Arnoldo A. Arana A.: Maestría en Gerencia de Empresas y Licenciatura en Contaduría Pública de la Universidad del Zulia. Es certificado como facilitador en Dinámicas de Grupo por el Centro de Aprendizaje e Investigación en Facilitación Gestáltica (CENAIF), donde además se formó como psicoterapeuta en procesos personales. Realizo también un...

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4 comentarios sobre “El poder de la educación en el hogar

  • el marzo 8, 2018 a las 5:56 pm
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    Digno de reflexión

  • el marzo 8, 2018 a las 5:56 pm
    Permalink

    Gracias por este artículo. Buenìsimo.

  • el marzo 8, 2018 a las 5:56 pm
    Permalink

    EXCELENTE TEMA, ESTOY DE ACUERDO 100% CON EL AUTOR… SI LOS PADRES ASUMIERAMOS NUESTRO ROL DE PADRES COMO EDUCADORES Y FORMADORES , OTRO PAIS TENDRIAMOS, ESTOY CANSADA D OIR Q LA DELICUENCIA, LA INSEGURIDAD, LA CODICIA, LA ENVIDIA, LA ACUMULACION DE BASURA, ENTRE OTRAS.. ES ASUNTO SOLO DE NUESTROS GOBIERNOS, NO SEÑORES DEBEMOS RECAPACITAR, TODO ELLO PROVIENE DE NUESTRO SENO FAMILIAR…

  • el marzo 8, 2018 a las 5:56 pm
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    ES UN TEMA MUY INTERESANTE, QUE TODOS LOS PADRTES DEBEN TENER CONOCIMIENTO PARA EVITAR LA INSEGURIDAD DE LOS HIJOS Y TENER HIJOS SEGUROS, RESPONSABLES

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